Lograr un restaurante atractivo no es únicamente una cuestión de oferta gastronómica, también hay que tener presente todo lo demás, y esta máxima no solo es válida para los restaurantes, ya que se puede aplicar a cualquier tipo de empresa del sector turístico.

Una vez que tenemos identificado el tipo de cocina que queremos y hemos elaborado una carta con unas ofertas sugerentes, nos queda diseñar un entorno agradable al gusto de los clientes.  Es obvio que hay muchos matices y para gustos, los colores, pero para lograr mayor aceptación y éxito con la situación que tenemos en la actualidad con la crisis del Covid-19 hay ciertas pautas que funcionan y que es necesario mantener y controlar para el beneplácito de una amplia mayoría.

Pero primero quiero hacer una mención que deseo sea observada al detalle por cada gerente: presten atención a sus cuartos de baño. ¡Qué desastrosas percepciones produce un aseo sin cuidar y, por desgracia, qué habitual es! Es escatológico el tema pero tan incómodo es hablar de ello como que un cliente o varios se encuentren con que no hay un control y un mantenimiento del WC.  La necesidad de planificar el control de su estado constantemente es imprescindible.
 

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Y ahora ya sí, pongamos los cinco sentidos en trabajar para lograr mejorar el atractivo del restaurante:

1. Gusto

Si, aunque empecé este artículo haciendo constar que no es solo una cuestión de oferta gastronómica, sin duda es interesante recordar y mencionar que el placer del gusto, los sabores, pueden lograr satisfacer de una manera plena. Por ejemplo, lograr transportar a otros momentos con el deleite de paladear alimentos y recordar sabores que quedaron anclados en la memoria gustativa no tiene precio. Por eso, a nivel estratégico se recurre a adjuntar términos o calificativos como "casero", "de la abuela", "de puchero", para potenciar la solicitud de productos.

Es algo que todo cliente busca y desea; si logra ese nivel placentero, lo convertirá no solo en un cliente entregado, sino que además será un fiel embajador. Pero por otra parte, si no llega a satisfacer esa demanda, los efectos son contrarios, de rechazo y decepción.
 

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Así pues, apostar por sabores de antaño es sin duda una estrategia exitosa.

2. Tacto

Las sensaciones adversas que se pueden trasmitir al tocar una servilleta, la mantelería, la tapicería de una silla, un mostrador o pomo de una puerta son percepciones que pueden arruinar cualquier estancia en una empresa de hostelería y/o turismo. 

En muchas ocasiones no es cuestión de grandes inversiones, sino más bien una cuestión de planificación, mantenimiento y limpieza. Un calendario de acciones que incluya la planificación de este tipo de cuestiones evitará que los clientes perciban este tipo de detalles.

3. Olfato

Es imprescindible la inexistencia de cualquier tipo de olor. Algo que aparentemente es obvio no siempre se cumple, quizás por desconocimiento, y es que, no solo deben ser inexistentes los olores desagradables, sino también los de cocina, los perfumes del personal, los ambientadores con aromas florales o incluso las plantas decorativas que desprendan olor. Son inadecuados al poder distorsionar los aromas de los alimentos.
 

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4. Oído

Hace muchos años, antes de dedicarme a la formación y asesoramiento empresarial, ya aprendí de un jefe hostelero la importancia de cuidar el sonido ambiente del local, no solo con respecto a la TV, hilo musical, maquinaria profesional, máquinas recreativas, etc.; sino también la comunicación entre empleados y la necesidad de marcar unas pautas para procurar que ningún cliente pudiera llegar a molestar con cualquier tipo de ruido a otro. Marcar ciertos límites en un momento dado, aunque siempre puede resultar incómodo, evita problemas que después cuestan más solucionar. 

Puede llegar a ser molesto e incómodo tanto el exceso como el defecto, un ambiente en silencio no es tampoco adecuado para una cafetería o un restaurante. 
 

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5.Vista

A la hora de cuidar lo que se ve es importante ser muy detallista y contemplar todo —no solo la oferta de alimentos— desde las distintas perspectivas que pudieran tener los clientes. Estamos refiriéndonos a la imagen:

  • La fachada, ventanas y puertas con demasiados carteles marean y no generan realmente interés. 
  • La iluminación es uno de los aspectos menos cuidados y de los más importantes; con una inadecuada se puede lograr que se desestime por completo el consumo, mientras que una iluminación acorde con el momento logrará un mayor atractivo. Conocer y aplicar ciertas técnicas, no requiere gran inversión: potenciómetros, luces o focos indirectos, velas, sustitución de luces fundidas, mantenimiento y limpieza, etc. Es tan solo cuestión de adecuar los ambientes en cada momento, logrando mayor confort y sensación de bienestar, que influirá tanto en el aforo como en el consumo.
  • La imagen de la barra. No son pocos los restaurantes que logran atraer clientes gracias a lo que estos han contemplado y han disfrutado previamente en la barra de estos locales. Pero cuando se habla de la imagen de la barra de un local de hostelería no es tan solo la parte donde los clientes se apoyan durante el consumo, sus vitrinas e interior; es también muy importante cuidar y esmerar la imagen de los sotabancos y considerarlos como un gran expositor y una gran oportunidad para mostrar nuestras habilidades, nuestras fortalezas, es aquí donde se suele apreciar bastante desorden y caos (papeles, notas, etc.).
  • Imagen de cartas, y "petit menaje". Todo aquello que va a ser utilizado o puede ser susceptible de ser utilizado por los clientes debe de tener una imagen limpia y cuidada. Los elementos deteriorados deben ser desestimados y retirados del servicio. No hay otra opción posible. 

Y por supuesto, nuestra propia imagen y la de nuestro equipo: "Según te ven, así te tratan"