Opinión

El año turístico: hasta los empresarios parecen contentos

En su informe de coyuntura del verano, el lobby de las principales empresas turísticas españolas, Exceltur, hace un buen análisis de la actual situación

En su informe de coyuntura del verano, el lobby de las principales empresas turísticas españolas, Exceltur, hace un buen análisis de la actual situación.

Al tiempo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha publicado su “World Economic Outlook”.

El primero mira al pasado y al futuro inmediato en España, mientras que el segundo analiza el de la economía mundial. Con una ojeada a cómo les ha ido a nuestros competidores tendremos una perspectiva completa.

Para simplificar, hay que analizar los datos deflactados de la actividad turística, que incluyen tanto turismo nacional como internacional y olvidarnos, en la medida de lo posible, del número de viajeros.

En el verano que acaba de concluir, el PIB turístico real creció un 2,4% respecto al del año 2019. Es mucho mejor de lo pronosticado por los expertos en los meses finales de la pandemia, pero peor de lo que hubiera debido ocurrir en el caso de una evolución natural.

La fuerte recuperación es similar entre los hoteles vacacionales y los de ciudad. En ambos casos los de 4 y 5 estrellas lo han hecho mejor que los de 3,2 y 1. La tendencia ha sido idéntica en las viviendas de uso turístico.

Por regiones, crecen tanto los destinos de costa, entre los que destacan los del norte, como los de ciudad.

Tanto la demanda nacional como la internacional han sido potentes a pesar de la fuerte caída de los clientes nórdicos, la más moderada de Alemania y la estabilidad de Gran Bretaña e Italia. Los mercados orientales están aún a menos de la mitad que en el 2019.

Hay más turistas de vecindad, de Latinoamérica y especialmente de Estados Unidos, debido a la fortaleza del dólar y al incremento de la conectividad, que ha impulsado a los destinos conectados y a los que sirven de base al pujante mercado de los cruceros.

Hay más turistas de Estados Unidos debido a la fortaleza del dólar y al incremento de la conectividad.

Uno de los principales resultados es la mejora en la creación de empleo, a pesar de las dificultades para cubrir algunos puestos, que incluye contratos más estables y subidas salariales por encima de la media.

Los resultados han sido igualmente buenos en el resto del Mediterráneo, especialmente en el oriental y los Balcanes. Todos los destinos han superado ya los niveles prepandemia. El crecimiento ha sido muy superior al español en Albania, con nuevas rutas low cost; en Croacia, que ingresó este año en Schengen; Turquía y algunas islas griegas.

Desplacémonos ahora al futuro próximo —el otro es imposible de predecir—. En el caso español, Exceltur confía en que seguirá la tendencia ascendente de la demanda internacional, al tiempo que se desacelera la española, hasta alcanzar a fin de año un PIB turístico de 183.000 millones de euros, 7.000 más de lo previsto hace tres meses.

El FMI destaca la resistencia de la economía mundial, aunque a largo plazo las expectativas se deterioran. Entre las amenazas apunta al riesgo de crisis inmobiliaria en China, la volatilidad en los precios de las materias primas, el agotamiento del ahorro generado durante la pandemia, una inflación persistente y la posibilidad de nuevos tropiezos financieros.

A largo plazo, hay que añadir las derivadas del cambio climático. Para combatirlo hacen falta fuertes inversiones, lo que es difícil con los altos tipos de interés.

El PIB mundial es todavía inferior al previsto antes de la pandemia, pero no en los países desarrollados, de donde provienen nuestros turistas.

Incremento incontrolable del precio del combustible.

Tanto el trabajo de Exceltur como el del FMI están realizados antes del comienzo de la guerra en Gaza, que traerá como consecuencia —ha ocurrido con cada guerra en la zona— un incremento incontrolable del precio del combustible y el consiguiente encarecimiento de los, ya caros, billetes aéreos. Si la guerra es duradera, habrá consecuencias mucho peores para todos los destinos, pero especialmente para los de países musulmanes.

Para las vacaciones del próximo año, el precio de los productos turísticos, habitualmente importante, se va a convertir en un factor determinante de la elección del destino, como ha ocurrido en ocasiones anteriores. El segundo factor será el de la percepción de seguridad

Los pesimistas se atreven a anunciarnos que el 2024 será un mal año porque es difícil competir en precio con los destinos del Mediterráneo oriental y de los Balcanes, pero otros pensamos que es precisamente en este tipo de situaciones en las que el sistema turístico español se mueve con una soltura de la que carecen los competidores: hoteles amortizados, seguridad, magníficas comunicaciones de todo tipo, alejamiento de las áreas en conflicto, sobre todo, experiencia empresarial que, en mi opinión, garantiza, en el futuro previsible, un comportamiento mejor, en términos relativos, que el de nuestros principales competidores.

 

*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).


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