Cuando se ideó Puerto Calero, en la costa del municipio lanzaroteño de Yaiza, el estudio de mercado sobre los potenciales usuarios en la isla se reducía a 12 barcos, que estaban repartidos entre los muelles de Arrecife y La Tiñosa. Cuatro décadas después, el grupo Puerto Calero gestiona más de 1.000 amarres en tres marinas en Lanzarote y La Palma, a los que se añadirán otros 310 amarres en el otoño de 2024, cuando está previsto que se estrene Marina Jandía, que está llamada a convertirse en una ‘joya’ para la náutica de recreo en Canarias. Al cumplirse 40 años de la constitución de la empresa Puerto Calero este mes de septiembre, el sueño de José Calero se ha materializado en una referencia internacional de un turismo náutico en auge, con más de 3.000 embarcaciones recibidas en el último año, una plantilla de 65 personas y el primer varadero para superyates del archipiélago.

La semilla de la que germinó Puerto Calero está vinculada a la trayectoria vital de José Calero Rodríguez. Nacido en La Asomada (Tías) en agosto de 1945 y siendo el quinto de ocho hermanos, en abril de 1962, con apenas 16 años y un carácter inquieto, José Calero convence a su padre para que le permita tramitar el pasaporte y coge un avión rumbo a Monrovia, capital de Liberia. Por aquel entonces, el país africano ya había despertado el interés comercial de Estados Unidos. Llevaba la maleta más cargada de ilusión que de certezas sobre lo que le depararía aquella aventura. Trabajó primero en la construcción y después de muchas experiencias y avatares conoció a Daniel Tolbert, hermano del entonces presidente de Liberia, y ambos, como socios, ponen el foco en el importante puerto de Monrovia. De realizar importaciones y almacenaje, consigue convertirse en estibador y consignatario de la compañía estadounidense Firestone, que se provee de caucho en el país africano.
 

Puerto Calero, en obras, en una imagen de 1987 | Foto: Cedida

Puerto Calero, en obras, en una imagen de 1987 | Foto: Cedida

En un viaje a Estados Unidos, José Calero se queda impresionado por un puerto deportivo en la costa de Baltimore. “Me deslumbró tanto que me pareció un sueño la posibilidad de hacer algo similar en mi tierra”, recuerda. Antes, en julio de 1976 se casa con Milagros Prats, a quien había conocido el 31 de diciembre de 1974, en una cena en el Hotel Fariones. En 1977 nace su primer hijo, José Juan, y Daniel viene al mundo en 1980. En abril de aquel año, un golpe de Estado en Liberia obliga a la familia a replantearse el futuro. Es a partir de entonces cuando empieza a cobrar forma Puerto Calero: primero con la creación de la sociedad y el diseño del proyecto y, desde 1985, cuando recibe la concesión del Consejo de Ministros, con la ejecución de las obras. El objetivo, destaca José Juan Calero Prats, consejero delegado de Calero Marinas, era desarrollar un destino turístico y residencial de calidad en Lanzarote. “Es lo que siempre nos ha guiado”, añade.

Empresa familiar


En Puerto Calero, que el emprendedor lanzaroteño reconoce que fue “un atrevimiento personal cuando nadie pensaba que se pudiera realizar”, empleó sus ahorros y trabajó intensamente para que se convirtiera en realidad. El riesgo cedió ante “la fe en crear algo que aquí no existía” y el convencimiento de que en las islas eran necesarios equipamientos de primer nivel, “no solo relacionados con el turismo náutico, también desarrollos turístico-residenciales de calidad que atrajeran un perfil de turista de alto valor añadido”, resalta Daniel Calero, consejero delegado del Área Inmobiliaria, que gestiona del desarrollo de la actividad turística y residencial del grupo familiar.

La empresa siempre ha apostado por mantener la filosofía de compaginar la mejor estancia para los usuarios, “para que se sientan como en casa”, con servicios portuarios de calidad, y una oferta turística, gastronómica, cultural y de ocio de primer nivel, con la sostenibilidad y la integración en el medio como bandera.
 

José Calero y Milagros Prats, junto a sus hijos José Juan y Daniel, en una imagen familiar de enero de 1981 | Foto: Cedida

José Calero y Milagros Prats, junto a sus hijos José Juan y Daniel, en una imagen familiar de enero de 1981 | Foto: Cedida

No obstante, la historia de los 40 años de la empresa Puerto Calero no ha sido un camino sencillo: el primer barco atraca en 1989 y dos años después estalla la crisis global por la guerra del golfo pérsico. En sus comienzos, la marina contaba con 198 atraques para embarcaciones de entre ocho y 20 metros. En los años 90, en un contexto económico complejo, se decidió ampliar el puerto para hacerlo más atractivo y dar servicios a yates de gran eslora, una evolución que culminaría en la década siguiente con un dique para el amarre de superyates. Otro momento complicado se produjo tras la puesta en funcionamiento de Marina Lanzarote, un proyecto que supuso una inversión de 32 millones de euros y que recuperó en 2014 una zona degradada en Puerto Naos y abrió Arrecife al mar. Marina Lanzarote fue el tercer muelle deportivo del grupo, después de la inauguración de Marina La Palma en 2010.

Dos esculturas en Marina Lanzarote, del artista Paco Curbelo, simbolizan la humildad y el agradecimiento. Como si fuesen las coordenadas de una brújula que, tal y como señala José Calero, marcan el rumbo que ha pretendido seguir en la vida y en la empresa, cuyas riendas comparte ahora con sus hijos José Juan y Daniel, con la memoria de Milagros Prats, fallecida en 2019, siempre presente. “Como empresa hemos experimentado un aprendizaje a lo largo de estas décadas y nos hemos involucrado en proyectos que nos ilusionan, que nos hacen sentirnos orgullosos y que también han aunado voluntades para generar bienestar en el entorno social”, concluye el consejero delegado de Calero Marinas.
 

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