La historia de Pepita de Oliva es, cuando menos, compleja y llena de curiosidades, romances y aventuras. Nacida en Málaga, en 1830, esta atractiva e inquieta bailarina consiguió conquistar los teatros de toda Europa, llevando su danza a las principales capitales del Viejo Continente. Su impacto fue tal, que hasta el célebre compositor decimonónico Johann Strauss hijo le dedicó una polka y su nombre acabó identificando a un tejido que solía lucir en sus actuaciones y que, ya en el siglo XX, terminaría marcando tendencia en tan reconocidas marcas como la firma de moda Dior o la automovilística Porsche.

Tal y como recoge una publicación de la Academia Malagueña de Ciencias, Josefa Durán y Ortega nació en el seno de una humilde familia gitana originaria de Málaga, aunque las malas lenguas especulan con que podría haber sido hija del XI duque de Osuna, Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Beaufort Spontin, del que su madre fue amante durante algún tiempo.

Desde pequeña, su progenitora observó en ella unas extraordinarias cualidades para el baile, por lo que, tras cosechar mucho éxito en su Málaga natal, decidió presentarla en Madrid, en 1849, para impartir clases de danza e intentar incluirla en el elenco del Teatro del Príncipe. Sin embargo, este primer intento acabó resultando en fracaso, dado que su aje provinciano para la danza no se correspondía con las mayores exigencias marcadas por los estándares capitalinos.
 

 En 1947, Christian Dior eligió el diseño ajedrezado del característico traje de la bailarina para su colección 


‘Delirium Pepitatorum’


En Madrid, Pepita Durán conoció al bailarín Antonio Gabriel de la Oliva, con el que se casaría en 1851 y del que tomaría su apellido para dar forma a su casi legendario nombre artístico, Pepita de Oliva. Su relación matrimonial apenas duró unos meses y, tras unos comienzos como miembro del coro de ballet de Madrid, la malagueña iniciaría un periplo que la llevaría a bailar por un sinfín de capitales europeas, como París, Berlín, Londres, Copenhague, Oslo, Moscú… No obstante, donde realmente tuvo un éxito sin precedentes fue en Alemania y en ciudades del antiguo Imperio austrohúngaro, como Budapest y Praga. En esta última urbe, se cuenta que las pasiones que levantaba la bailarina entre su público llegaban a tal punto que hasta se acabó definiendo este fenómeno fan como delirium Pepitatorum.

Su impacto en la sociedad europea de la época fue significativo, llegando a influir en grandísimos nombres de la composición musical del siglo XIX como Richard Wagner y Giuseppe Verdi, o el mismo Johann Straus II, quien hasta dedicó una pieza a la malagueña: la Pepita-Polka, Op. 138. También lleva su nombre la marcha militar Pepita Marsch, atribuida a Friedrich Pfeifke. Incluso su estilo de vestir caló en la sociedad checa, donde se denominó pepita hosen a unos pantalones que solía usar De Oliva sobre el escenario y tela pepita o tejido pepito a un diseño textil presente en uno de sus trajes, caracterizado por un pequeño patrón ajedrezado de color negro y blanco. Este diseño inspiraría, casi un siglo después, a grandes marcas de la moda y el automovilismo.

Dibujo y cartel antiguo de la bailarina malagueña Pepita de Oliva

Dibujo y cartel antiguo de la bailarina malagueña Pepita de Oliva

Villa Pepa, un hotel residencial


El último giro en la vida de Pepita de Oliva llegaría tras conocer en 1852 al aristócrata y diplomático inglés lord Lionel Sackville-West, II barón Sackville y secretario de la embajada británica en Stuttgart por aquel entonces. Con él, la bailarina empezaría una historia de amor extramatrimonial y esporádica, que finalmente acabaría uniéndolos en una casa frente al mar en Francia. El noble británico poseía una residencia de verano en Arcachon, localidad de la costa suroeste francesa, un antiguo hotel que había reformado y que acabó bautizando Villa Pepa o Villa Pepita.

En este nuevo hogar, la bailarina acabaría teniendo nada menos que cinco hijos con el barón Sackville —que siempre mantuvo la relación en ‘secreto’— a lo largo de la década de 1860 y principios de la siguiente. La historia de Pepita ‘acaba’ en 1871, cuando fallece a los dos días de dar a luz a su último hijo con Sackville-West, por una infección generalizada, derivada de las complicaciones del parto. 
 

 Porsche ofreció oficialmente el estampado por primera vez en el catálogo de equipamiento del 911 original


Curiosamente, una de sus hijas, Victoria Josefa Sackville-West, tendría a su vez una hija, Victoria Mary Sackville-West, nieta de Pepita y conocida como Vita, que se convertiría en novelista y poetisa dentro de la alta sociedad británica, y acabaría siendo amante de la archiconocida escritora Virginia Woolf. De hecho, esta se inspiró en la figura de Vita para crear una de sus novelas más conocidas, Orlando: una biografía, basada en algunos pasajes de su intensa vida y en la que se tratan tabúes de la época como la homosexualidad, la sexualidad femenina y el papel de la mujer dentro de la sociedad.

Vista exterior de la mansión en la que vivió Pepita de Oliva, un antiguo hotel frente a la playa de Arcachon (Francia)

Vista exterior de la mansión en la que vivió Pepita de Oliva, un antiguo hotel frente a la playa de Arcachon (Francia)

Dior y Porsche


Pese a haber fallecido de sobreparto en 1871, la historia y el legado de Pepita de Oliva no acabó ahí, sino que continuó marcando tendencia en Europa, aunque ya no en los teatros, sino en algunas de las más reconocidas marcas de la moda y el automovilismo. Así lo atestigua el look escogido por el legendario diseñador francés Christian Dior, que en 1947 eligió el diseño ajedrezado del característico traje de la bailarina para dar un toque exclusivo a su colección de señoras.

La decisión fue valiente, según los entendidos, ya que hasta entonces se usaba exclusivamente en la moda de caballero. No obstante, Dior marcó tendencia y el 'Pepita' fue desde entonces sinónimo de lo noble, lo elegante y lo chic. Tal fue el éxito que hasta se escogió el citado diseño para adornar las cajas y frascos del perfume Miss Dior de la época.  

Perfume Miss Dior de la década de 1940 con el diseño ajedrezado de la tela Pepita | Foto: Etsy

Perfume Miss Dior de la década de 1940 con el diseño ajedrezado de la tela Pepita | Foto: Etsy

Asimismo, una de las marcas de automóviles más míticas de la historia, por su calidad y prestigio internacional, también quiso realizar un homenaje a la 'Estrella de Andalucía', vistiendo el interior de sus mejores deportivos con la tela Pepita. Este es el caso de Porsche y algunos de sus modelos, como el pionero 356 o el todavía en producción 911.

Según reconoce la propia maca, el Pepita figura permanentemente en su inventario desde que se usó a principios de la década de 1960 como tapizado opcional en los asientos del Porsche 356. Los cuadros, unidos entre sí por franjas diagonales, adornan también los paneles centrales de los asientos del derivado más antiguo del 911 que hay en el Museo Porsche (Stuttgart, Alemania), el deportivo fabricado como 901, con el número de chasis 57.
 

 Los exclusivos modelos 911 Classic Club Coupe, 911 ‘Sally Special’ y 911 Sport Classic visten la tela Pepita


Porsche ofreció oficialmente el estampado por primera vez en el catálogo de equipamiento del 911 original. Además del diseño clásico en blanco y negro, a partir de 1966 también se incorporaron combinaciones en negro-rojo-blanco y en negro-marrón-blanco. El dibujo textil característico adornaba revestimientos de las puertas o maleteros y también se usaba en guanteras o paneles centrales de los asientos. Pronto se convirtió en una característica distintiva de Porsche y sigue siendo en la actualidad un diseño de interior emblemático.

El diseño de tela Pepita en los sillones de un Porsche 911 de primera serie | Foto: SoloPorsche

El diseño de tela Pepita en los sillones de un Porsche 911 de primera serie | Foto: SoloPorsche

Adorno de los modelos más exclusivos


En 2017, cuando se fabricó el 911 número un millón, se usó como modelo histórico el primer 911 de empresa de Ferry Porsche, cuyo interior llevaba Pepita. También adorna los modelos especiales exclusivos actuales, como el 911 Classic Club Coupe (modelo 996), un coche único diseñado en cooperación con el Porsche Club of America. En el 911 ‘Sally Special’, una pieza única creada en 2022 e inspirada en la película Cars, se traslada al estampado Pepita el tono azul del exterior. Asimismo, en el 911 Sport Classic (modelo 992) en edición limitada a 1.250 unidades, adorna los revestimientos de las puertas y los paneles centrales de los asientos deportivos en el diseño clásico en blanco y negro.