La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, ha lanzado una propuesta que podría acabar con uno de los reclamos turísticos más importantes de la ciudad.

El gobierno regional está barajando organizar un corredor para evitar que los turistas se paren en la Fontana di Trevi y poner fin así a los embotellamientos en la zona, fruto de los lanzamientos de monedas y los selfies que los visitantes se toman en el monumento.

La idea de restringir el acceso a la fuente surgió de una alarma por la salud del patrimonio artístico italiano, que se deteriora debido al flujo de viajeros.

Además de la restricción, se ha intensificado el control en diferentes enclaves de la ciudad: "Tenemos un cuerpo de la policía municipal de aproximadamente 5000 unidades; la edad promedio es muy alta, entre 55 y 60 años. Vigilan muchísimo las calles, pero también comienzan a controlar muchos monumentos", ha explicado Raggi.