El empresario Warren Buffett, que este año cumple 90 años, tiene fama de ver más lejos que otros inversores. Su empresa de inversiones Berkshire Hathaway —él es propietario de un 30%— ha conseguido las rentabilidades más altas, siempre con la visión a largo plazo de comprar solo cuando esté seguro de que va a mantener la inversión al menos 10 años.

Su entrada en el mundo de la aviación fue una verdadera sorpresa. Todos los inversores saben que la mejor manera de hacerse millonario es invertir en acciones de compañías aéreas si ya eres multimillonario. Él, que siempre se había alejado de ese sector por su inestabilidad, reconoció en 2016 que las cosas habían cambiado e invirtió hasta 10.000 millones de dólares en acciones de Delta, United, American y Southwest, consiguiendo la rápida subida de las mismas por el efecto imitación que provoca su inversión.

Se había olvidado de su declaración del año anterior a los accionistas de Berkshire Hathaway pidiéndoles que llamaran al teléfono de emergencias, para denunciarle por “aereoalcohólico”, si volvía a invertir en compañías aéreas.
 

United Airlines|Foto: CC BY-SA 2.0 skinnylawyer

United Airlines|Foto: CC BY-SA 2.0 skinnylawyer

Lo cierto es que las cosas si habían cambiado en el mundo de la aviación. Tras la consolidación del sector, la gestión se había profesionalizado, especialmente en Estados Unidos; la eficiencia había aumentado con ocupaciones medias del 83% y precios más altos, mayores ingresos por servicios auxiliares como facturación de equipaje; costes del petróleo estables y paz laboral. En los últimos cinco años el sector había ganado más dinero que en toda su historia.

Pero entonces llegó el virus que destrozó en un instante el principio en el que se había basado gran parte del éxito: la globalización del mundo que había conseguido que el año pasado se transportara a más de 4.300 millones de  pasajeros. Las limitaciones a los viajes internacionales han destrozado una industria que carece de los necesarios recursos propios para subsistir sin actividad.

Cuando en este año se están batiendo récords de cierre de compañías por quiebra, cuando empresas de éxito como British Airways señalan que su supervivencia está en peligro y otras como SAS despiden provisionalmente al 90% de la plantilla, Warren Buffett decidió, en principio, doblar la apuesta  y ampliar sus inversiones en compañías cuyas acciones podían ser compradas a menos de la mitad de precio de sus máximos, haciendo honor a una de sus conocidas frases de que "hay que ser codiciosos cuando otros son temerosos".

Pero durante el mes de abril vendió todas sus acciones en compañías aéreas, asumiendo las pérdidas correspondientes, tras asegurar que la pandemia ha destruido ese negocio, reconociendo que se había equivocado en 2016 al entrar de nuevo en él.

Sin Buffett, las aerolíneas depositan todas sus esperanzas en los respectivos gobiernos.

 

*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).