Este destino turístico italiano mundialmente famoso durante décadas saltó más a la fama posicionándose como el lugar más insostenible por la masificación, sobresaturación turística. El denominado overtourism que logró una animadversión de la comunidad local hacia el turismo en general.

La vida diaria de la población se hizo realmente más que incomoda, no solo por la masificación de turistas y excursionistas de cruceros, sino por el cambio de precio, que no de valor, de cualquier tipo de producto o servicio, desplazando, además, a parte de la población residente hacia zonas menos vulnerables.

Obviamente esto tuvo una serie de consecuencias ambientales que, sumadas a la fragilidad ambiental de la ciudad frente a fenómenos climáticos y meteorológicos, le puede estar conduciendo, como afirma Nicola Pianon —nativo de la ciudad y director del Boston Consulting Group—, a convertirse en un desierto en apenas 10 años.
 

Canal grande de Venecia

Canal grande de Venecia


El plan estratégico acorde a este artículo de Colleen Barry propone cambiar las causas de esta masificación y revertir la situación a unos niveles de convivencia necesaria entre población residente y visitantes, y pretende con 220 millones de euros hacer de esta ciudad la capital mundial de la sostenibilidad.

La cuestión es que Venecia ha sido y es una ciudad y no un destino turístico planificado y gestionado para acoger a millones de visitantes al año y por tanto no es capaz de poder responder a este impacto ambiental, social y económico, ya que ha provocado también una dependencia tremenda a nivel económico con su consecuente riesgo como ha venido demostrado en los confinamientos del covid.
 

La cuestión es que Venecia ha sido y es una ciudad y no un destino turístico planificado y gestionado para acoger a millones de visitantes al año


Otro de esos grandes problemas es que este lugar patrimonio de la UNESCO recibe muchos más excursionistas de cruceros que turistas que se alojan, lo que se traduce que reciben 19 millones de visitantes (datos del 2019) que pasan unas horas y gastan entre 5 a 20 €/visita, frente al 20% del resto de visitantes-turistas que pernoctan al menos una noche y que suponen más de dos tercios del total de ingresos.

Para lograr resultados exitosos no basta y no debe plantearse ser sostenible aunque suene muy bien y políticamente correcto, sino pensar en esos resultados que se desean conseguir para así definir los objetivos que nos marcaran la hoja de ruta que sin duda alguna estará basada en el desarrollo y gestión sostenible.
 

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Es muy difícil y muy costoso pensar en tener éxito, en cumplir los objetivos si no se aplica Innovación. La gestión de los destinos turísticos debe ser sostenible e innovadora, teniendo en cuenta la rentabilidad y competitividad turística.

Y es precisamente esta premisa la base del postgrado de la Universidad Complutense, el curso de experto internacional en gestión e innovación sostenible de destinos turísticos, del cual tengo el honor de ser codirector y en el que se tratarán estas problemáticas aportando soluciones innovadoras por parte del profesorado y alumnado sobre casos estudio de destinos reales.

La formación es clave para conseguir los cambios necesarios y dotar de herramientas a los gestores de los destinos y territorios turísticos para cumplir sus objetivos.

 

*Arturo Crosby es editor de Natour magazine