El Confidencial se apunta el tanto del cese de la secretaria de Estado de Turismo (Isabel Oliver), por los problemas con el certificado 'Responsible Tourism', mientras que desde el Gobierno aseguran que fue ella la que dimitió para ocupar un puesto en la OMT. La primera versión parece más adecuada a la realidad. Lo comprobaremos cuando sepamos qué puesto va a ocupar.
El certificado es inútil e irresponsable. Inútil porque ningún turista extranjero escogería el alojamiento en función de que dispusiera o no de ese certificado e irresponsable porque distingue entre los que lo poseen y los que no, admitiendo implícitamente que estos últimos no están listos para admitir turistas y, sobre todo, reconociendo que las autoridades competentes no están cumpliendo con sus obligación de supervisar e inspeccionar los locales que atienden a los turistas que, en principio, son siempre responsables de la sanidad e higiene de los mismos.
Los clientes españoles ya saben que el alojamiento que han escogido reúne las garantías sanitarias, a través de la información que obtienen de diferentes vías, mientras que los extranjeros se fían de su touroperador, de su agencia o de la marca del hotel. ¿Hay alguien que crea que un Parador o un hotel Meliá no reúnen las máximas garantías posibles?
Nadie puede garantizar que, en el mismo momento en el que se pone la placa en la fachada, haya acabado de entrar por la puerta una persona afectada y asintomática, pero nuestros clientes saben que España se toma en serio el bienestar de los turistas y que el sistema sanitario es mejor que el de nuestros competidores.
Como en general el turismo no da más que alegrías, los Gobiernos designan para dirigir administrativamente a ese sector, al menos durante los últimos años, a personas cuya cualificación más importante ha sido el origen político insular, cubriendo cuota, como si los isleños no pudieran ser ministros o secretarios de Estado de otros asuntos.
El resultado es triste. La más cualificada de las últimas secretarias de Estado —las tres mujeres para cubrir también cuota femenina—, Matilde Asían, no estaba interesada en el asunto, la penúltima, Isabel Borrego, y la última, Isabel Oliver, han resultado igual de incompetentes. La tres tienen una característica común: no hablan inglés —ni por supuesto alemán o francés— con lo que no han podido llevar a cabo su principal labor, que debería ser la representación de la Administración Turística en los Foros Internacionales, la relación con los touroperadores, compañías aéreas y otros agentes. En su lugar, se comportan como políticos de provincias inaugurando festivales locales y buscando huecos en los medios de su circunscripción. A la secretaria de Estado saliente solo se le conocen dos actuaciones de relieve: esta de los certificados y la primera campaña de turismo nacional que lleva a cabo la Secretaría desde que finalizaron las transferencias a las CCAA. Ninguna de las dos debería haberse hecho. La primera por lo ya señalado y esta por invasión de competencias autonómicas, a pesar de haber sido solicitada por las propias CCAA.
Recordemos que la secretaria de Estado no tiene competencias en Turismo, sino que ejerce funciones fundamentalmente en el ámbito internacional. Nadie cuestiona sus campañas de promoción internacional, la coordinación en las ferias o la interlocución con los demás gobiernos. Igualmente plantea ante el resto de los Ministerios las necesidades o dificultades de un sector transversal que depende de Transportes para la regulación de la aviación, de sanidad para la garantía del sistema o de Interior para la seguridad de los destinos.
Volviendo al certificado, lo importante no es si el mismo se podía descargar sin ningún control, lo que parece evidente ni lo que denunció El Confidencial, sino el mero hecho de que la Secretaría de Estado emita esos documentos. Así que el cese es una lógica consecuencia de actuaciones equivocadas, aunque se disfrace de huida a la OMT.
Los nuevos nombramientos, por primera vez en muchos años se han llevado a cabo sin tener en cuenta el origen geográfico ni la militancia orgánica. Las cualificaciones del secretario de Estado y del Director General de Turespaña son impecables. Solo cabe desearles suerte.