Hace pocos días leía una frase para la reflexión:

"La mejor manera de evitar que algo malo ocurra, es verlo venir antes de tiempo y, no podrás verlo, si te niegas a afrontar esta posibilidad", Williams S. Burroughs.

Estamos en unos momentos sin precedentes dentro de la era moderna y estoy seguro de que más de uno estará reticente a ver llegar cambios. El interior del ser humano es cómodo y poco adaptable a los cambios. Estoy seguro de que muchos han estado y otros estarán esperando el momento de volver a su actividad normal, como si nada hubiese pasado (especialmente los jóvenes, lo estamos viviendo). Estoy seguro de que el cambio no está en los planes de ciertas personas. Estoy seguro de que la comodidad de algunos representantes, jefes, directores, mandos intermedios, entre otros, les hará pensar que cualquier comentario de cambio es sinónimo de catastrofismo, de negatividad, de cuentos y puedo entenderlo, hasta el punto que no es fácil adelantarse a los acontecimientos antes de que lleguen, pero lo que sí es fácil, como responsable de cualquier área de negocio, es plantear posibilidades.

Como representante de una empresa, al margen de a lo que se dedique esta —hostelería en general, restaurantes, turismo, cruceros, industria, textil, viajes, alimentación, medicina, agricultura, comercio, etc.— como líder de un departamento, como líder de un área determinada o como máximo responsable has tenido dos opciones durante el confinamiento:

  1. Estar confinado en tu casa hasta que las autoridades te digan que ya puedes salir.
  2. Plantear o poner sobre papel las posibilidades que pudiesen existir para volver a empezar dentro de tu actividad profesional
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Evidentemente, la segunda opción siempre va a ser relativa y va a estar sujeta a circunstancias generales que estén relacionadas con el negocio que representas —clientes, agencias, ventas, presupuestos, otros países, tendencias, lo que oyes o lo que crees que va a hacer tu competencia—, pero esa segunda opción nunca puede estar supeditada a lo que entendías como normal en tu forma de pensar hasta ahora, a tu manera de actuar antes de, a tu manera de proyectar posibles soluciones a circunstancias conocidas.

La incertidumbre debe convertirse en una oportunidad para volver a fortalecernos, porque no volvemos más fuertes. Hay que volver a empezar y en un nuevo escenario, pero de nosotros depende que se convierta en una oportunidad para ver nuestras carencias y virtudes y, por supuesto, para ver cómo suplir esas carencias y potenciar más aún esas virtudes.

Querer o pretender ser un gurú del futuro es complicado y eso que en estos últimos meses los hemos visto a decenas en las redes sociales, artículos, web-conferencias, tertulias de radio y TV y otros formatos, pero no es complicado ser realistas, las opiniones han sido tan variadas que, si tiramos de 'hemeroteca mensual', a más de uno se le queda la cara roja de las tonterías que se han llegado a decir o proponer.

Si alguien nos hubiese dicho hace un año que esto podía suceder, seguramente, la gran mayoría de los mortales lo hubiésemos llamado alarmista y lo hubiésemos tachado de loco o de querer inculcar el miedo en los demás. Pero está claro que, en las circunstancias que vivimos hoy, hacer eso con los que pretenden aportar con sentido común o sumar en cualquier tipo de proyecto, empresa o futuro profesional, yo lo catalogo como temerario.

 

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Definitivamente, es el momento de pensar y pensar mucho, de escribir y plasmar en papel, de plantear otros escenarios que puedan llevarse a cabo con los mínimos riesgos de fracaso para las empresas. Es momento de establecer nuevas teorías que se complementen con la realidad de nuestros clientes. Es momento de ponernos en los zapatos de estos e intentar averiguar cómo están dispuestos a viajar a partir de ahora, a visitarnos o a consumir nuestros servicios. Es el momento de hacer autocrítica. ¿Realmente estamos preparados para este cambio de era?, ¿voy a ser capaz como empresa de aportar lo que el cliente necesita si continúo haciendo lo mismo?, ¿soy capaz como empresa de garantizar confianza-seguridad con lo que ofrezco?, ¿soy capaz como empresa de generar seguridad-confianza para que consuman mis servicios?, ¿qué puedo aportar de nuevo?, ¿cuál es la tecla que debo tocar como empresa para que el cliente vea en mí transparencia, tranquilidad, compromiso y seguridad?

Hace poco menos de un mes, me sorprendió gratamente un correo que recibí de una compañía internacional dedicada al Turismo Hotelero y que, por confidencialidad, no voy a decir el nombre. En ese correo me pedían opinión por escrito, en un máximo de una página por cada pregunta, sobre las siguientes cuestiones:

  1. ¿Cómo crees que va a afectar el Covid-19 en la gastronomía de los hoteles?
  2. ¿Cómo crees que debería plantearse el liderazgo hacia nuestros empleados a partir de ahora?

Me consta, porque he podido hablar con otros colegas de profesión, que no he sido el único que ha recibido ese correo y me consta, también, que las respuestas son de manera gratuita y solidaria, lo cual me parece lógico y normal. El quid de la cuestión es que, sí que hay empresas que ya están trabajando y planteando otros escenarios y lo mejor de todo, imagino, es que de todas esas opiniones de profesionales del sector que están recolectando, sacarán unas conclusiones que seguramente les ayudarán a gestionar nuevos parámetros de actuación a sus procedimientos hasta ahora establecidos. 

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No sé exactamente de dónde sale la iniciativa, no sé si proviene del departamento de operaciones, de RH, de la propia directiva, de algún director o de algún corporativo, pero de lo que estoy seguro es que proviene de una verdadera mentalidad de liderazgo. Ser capaz, no solo de usar los recursos que a nivel interno tienes en tu compañía, sino de poder trabajar con la opinión de terceros profesionales y sin miedo a dejar al descubierto su grandeza y humildad, me parece un acto de compromiso con la empresa que representan, también, sin precedentes.

El liderazgo también va a dar un cambio de rumbo después de esta crisis del Covid-19. La palabra liderazgo no tiene nada que ver con el cargo que representas y eso lo sabemos todos. Puedes ser el director general de cualquier empresa y no tener ni idea de cómo gestionar emociones, puedes ser un CEO de cualquier otra y no saber cómo dirigirte a tus mandos intermedios. El líder del futuro es fácil de detectar empezando por el confinamiento que hemos vivido, el auténtico líder es ese que te llama o te escribe para saber de ti y tu familia. Es ese que no solo te llama para decirte que estás despedido hasta que todo esto acabe, sino que también lo hace para tener una charla virtual con un café como protagonista de cada lado. Es el que te va a saber escuchar y quiere escucharte a través del teléfono para mandarte energía positiva a ti y a los tuyos, o con un simple 'WhatsApp'.

¿Cuántos jefes os han llamado en estos días para preguntar cómo estáis?, ahí está la diferencia. Es el que sabe anteponer las discrepancias de opiniones profesionales del pasado para dar paso al plano personal más profundo, ese es el verdadero líder y, por supuesto, no tiene por qué tener ninguna categoría por encima de los demás, aunque a quienes la tienen, se dé por hecho que deberían actuar así.

El líder del futuro más inmediato, especialmente, tendrá que tener la capacidad de escuchar y saber valorar en su interior si lo que escucha lo puede usar o no, pero sin duda, deberá aprender definitivamente a saber escuchar y de ahí, generar sinergias positivas que den confianza a los demás para dirigir y gestionar. Al final, el líder gestiona personas, no números; unos mejores, otros no tanto; unos con expectativas muy altas por su forma de ser, otros con menos; unos con más capacidad de razonamiento, otros sin ninguna; unos con más positividad y otros con auténticas historias para no dormir. Pero insisto, al líder del futuro no le va a quedar otra cosa que saber lidiar con todos, aceptar todas las opiniones, aunque a este no le gusten, y manejar sabiamente y profesionalmente las fichas de ajedrez para que todos ganen y por supuesto, la empresa se beneficie siempre de una gestión de auténtico liderazgo.