En nuestro primer año en Portugal decidimos hacer una pequeña ruta de cinco días desde el Algarve hasta Porto. El atractivo principal era Sintra y sus palacios, así que lo dejamos para el final. Comenzamos recorriendo la costa, visitando desde aldeas pesqueras hasta playas como Lagoa y sus grutas, uno de tantos lugares en este país que quitan el hipo.
Continuamos el viaje por la costa hasta llegar a Lisboa, Sintra estaba cerca, pero seguimos de largo, sería el colofón de nuestro viaje. Continuamos rumbo Porto, haciendo una parada en Nazaré, queríamos ver de primera mano el lugar donde dicen que se levantan las olas más grandes del mundo. En Porto, no puedes evitar quedarte embobado con los puentes colgantes que cruzan el paso del Duero.
A la vuelta esperaba Sintra y sus palacios. Aseguro que es un lugar que no deja indiferente a nadie, uno de esos sitios que se te quedan grabados en la memoria. Estábamos satisfechos, Sintra había superado nuestras expectativas, pero cuando volvimos al coche para el regreso de vuelta a casa... estaba vacío, nos habían robado todo, nuestras maletas, ropa, portátiles, cámaras de fotos, el coche estaba completamente vacío. Un buen cabreo y de vuelta a casa.
Al día siguiente, ya estábamos contando las anécdotas del viaje y riéndonos de cómo nos la habían jugado. A pesar de estos pequeños percances, pasamos tres años en Portugal por motivos laborales, un país único.