Me llamo Javier Suárez, soy periodista gastronómico y hoy leí un artículo de opinión de Javier Sintes en esta misma página de Tourinews. Tras hablar con la dirección de este medio, me permitieron ejercer un humilde ejercicio de réplica hacia el autor del mismo, con todo mi respeto hacia él. Me ha parecido que puede ser una manera interesante de entablar un diálogo, con usted, respetado lector, como fiel testigo.
En el artículo en cuestión el autor se preguntaba por qué un vacunado puede entrar en un restaurante o en un avión y un no vacunado no. Y yo empezaría respondiendo que hasta muy permisivos estamos siendo en España con los derechos de un porcentaje de la población que no llega al 10%, que casi parece que tiene más valor que el resto de nuestra sociedad (más de un 90%), que sí nos hemos vacunado y que aportamos nuestro granito de arena para acabar con esta pandemia que está arrasando con el modelo de vida que teníamos antes de ese fatídico 2020, con nefasta continuación en 2021, y que en este enero del 2022 nos asola con un tsunami mundial en número de contagios, en el que únicamente la vacuna, sí, LA VACUNA (en mayúsculas) ha impedido que el número de muertos fuera de proporciones catastróficas.
Javier pone en su artículo un caso en primera persona que voy a transcribir de manera literal. “Sigue el disparate. Ayer una persona de mi entorno salía de Gran Canaria hacia la ciudad donde vive en el extranjero. No pudo viajar porque no está vacunado y dio positivo. Sin embargo, el resto de su familia (4 personas más) embarcaron porque estaban vacunadas. Pues todas ellas se hicieron hoy un test en su país y han dado positivo.” La respuesta a este caso es muy fácil y clara, esa familia ha ejercido una irresponsabilidad manifiesta y un acto de egoísmo difícil de justificar y les diré por qué. Que uno de ellos tuviera que hacerse una PCR por no tener pasaporte Covid y, además, diera positivo fue una señal clara para que el resto no tuviera la “ocurrencia” de subirse a un avión, poner en peligro a todo el pasaje y hacerse las pruebas al llegar a su país. Lo suyo es haberse hecho las pruebas aquí y, si eran positivos, pues cuarentena y esperar hasta estar bien. No es que las cosas no tengan sentido, es que en este caso, la responsabilidad individual brilla por su ausencia.
Poner como referencia a algo que alguien haya dicho en el programa de Iker Jiménez ya tira por tierra cualquier atisbo de credibilidad por mi parte y por la parte de la ciencia. Y sí, yo considero que ojalá en España se endurezca la obligación de la vacunación a esa parte de la sociedad que aún no da su brazo a torcer y que tanto daño nos están haciendo.
Me siento reflejado en personas como Macron, “quiero fastidiar aún más a los que no están vacunados”, o con dirigentes como los de Italia, Alemania o Australia, que están tomando medidas cada día más beligerantes con ese sector de la población, que consciente o inconscientemente, tanto daño nos está haciendo al resto. Porque ante tu derecho a elegir, está el mío de querer vivir de manera segura, y el no vacunarte es un acto de egoísmo y casi me atrevería a decir que de atentado sanitario hacia los millones de personas que lo hemos hecho, y también hacia los millones de personas que en los países menos desarrollados pondrían encantados el brazo para sentirse más seguros.
Ah, y por cierto, cuando usted se pregunte el por qué un vacunado puede entrar a un restaurante y un no vacunado no, la ciencia es la que habla. Un no vacunado transmite la enfermedad 12 veces más que un vacunado. Como dije al principio, las vacunas no impiden los contagios de COVID-19, pero tal y como ha ocurrido con la varicela, el sarampión o la difteria, se logra cortar la transmisión y salvar milles de vidas. Ahora mismo más del 60% de las personas que están en el hospital y el 70% que están en UCI, son NO VACUNADOS, por lo que si todas esas personas se hubieran puesto las mismas, igual esta pesadilla con nombre de villano de Marvel, Ómicron, no estaría haciendo de las suyas. Y esto no es del programa de Iker Jiménez ni de esos que decían que beber lejía curaba, estos datos están sacados de la revista digital profesional, Redacción Médica.
Por todo ello termino el artículo como lo empecé, “No, los vacunados no tenemos ventajas ni privilegios, simplemente cooperamos con la sociedad”, cosa que un pequeño, pero ruidoso y dañino sector de la población no hace y de los que ya empiezo a estar muy, pero que muy cansado. Y sí, esto es una simple opinión personal, quiero agradecer a Tourinews la libertad dada a la hora de escribir mi opinión, y sobre todo mandar el mayor de los respetuosos saludos a Javier Sintes, autor del artículo original.