Opinión

Y todo esto, ¿quién lo paga?

Ojalá se pudieran atender todas las demandas de nuestro sector y evitar cierres, pero no olvidemos que quienes pagan son los contribuyentes

Hace treinta años que falleció Josep Pla que, bajo su boina de payés, escondía una mente privilegiada que le permitía describir los aconteceres más insignificantes y cotidianos como si fueran eventos importantes.

Cuentan sus biógrafos  que, a mediados de los cincuenta, cuando en España reinaba la obscuridad, Pla visitó Nueva York y tras ver maravillado el increíble espectáculo de la Gran Manzana iluminada al anochecer, tuvo que preguntar: “Y todo esto, ¿quién lo paga?"

Eso es lo que algunos nos preguntamos al ver las innumerables solicitudes de ayudas al Gobierno para paliar las negativas consecuencias de la epidemia, y ahora también del temporal. Si todas fueran atendidas no bastaría con  la parte del presupuesto que no está vinculada a pagos comprometidos, como sueldos de los funcionarios, pagos de pensiones, subsidios de paro y pagos de la deuda, es decir, un ochenta por ciento del total si incluimos las transferencias  a  las comunidades para Sanidad y Educación.



Quedan disponibles menos de 100 mil millones de euros para gastos corrientes, inversiones y transferencias.

Hay un pequeño margen con los fondos provenientes de la UE, que están condicionados a diferentes programas que deben ser aprobados por Bruselas, aunque una parte ya está comprometida.

Los ERTE, cuya duración ha sido ampliada varias veces, protegen actualmente a unos 750.000 trabajadores —llegaron a ser casi tres millones y medio—, de los cuales bastante más de la mitad son empleados de servicios de comidas y bebidas, actividades turísticas y servicios de alojamiento y transporte, es decir, lo que normalmente denominamos “el turismo”. Muchos autónomos que trabajan en este sector también están recibiendo ayudas por cese de actividad.

El Gobierno ha aprobado un plan específico de apoyo al turismo por importe de algo más de cuatro mil millones que se ejecutará a través de las comunidades autónomas, que son las que tienen competencia exclusiva en turismo. Casi todas las comunidades ya han aprobado planes específicos. 

En el programa de apoyo a compañías estratégicas, Air Europa va a recibir 475 millones de euros y Globalia y Avoris han solicitado préstamos y ayudas por valor de otros cuatrocientos.
 

Fondos de corona

Esto es solo por mostrar algunos ejemplos. Me siento incapaz de valorar el conjunto de las ayudas.

Las organizaciones que representan a los diferentes empresarios de este sector dicen que son escasas —una tirita para una hemorragia—  y hacen bien, pues es su trabajo y piden más ayudas directas, que Exceltur llegó a valorar en 34 mil millones de euros.

Estas demandas se unen a las de otros sectores también afectados por la pandemia como el de la cultura en su concepto más amplio. Y ahora también a los que han sufrido los efectos de Filomena, solo el Ayuntamiento de Madrid solicita 1.400 millones que incluyen el lucro cesante.

Los que más piden son también los principales defensores de las bajadas de impuestos. Recordemos que la presión fiscal en España está unos siete puntos por debajo de la media de la Unión Europea. Frente a esta contradicción los “intelectuales orgánicos” que reclaman al Gobierno sustituyen los argumentos por los adverbios, clamorosamente, e incluso los adjetivos, esperpéntico.
 

Fondos europeos

Le acusan de ser al mismo tiempo tacaño, con los suyos y de renunciar a la austeridad fiscal con los otros, endeudándose cada vez más, lo que es cierto, y de que los intereses de la deuda suponen ya un tercio del presupuesto, lo que no lo es. El presupuesto aprobado para este año es algo más al 521 mil millones de los que se asignan al pago de la deuda 31.675 mil millones, aproximadamente un seis por ciento del total. La deuda aumenta, pero el pago de los intereses, por razones obvias, disminuye, desde el  máximo de 38.590 millones en 2013, con un Gobierno “austero”.

La mayor parte de los fondos europeos se destinarán a programas de mejora de la digitalización   y de protección del medio ambiente. Nuestras grandes cadenas hoteleras podrán obtener recursos   pues llevan tiempo trabajando con éxito  en esos campos. También se podrán beneficiar empresas del amplio mundo del transporte, y las consultoras. Pero para los empresarios de HORECA, sector tremendamente atomizado —más de trescientas mil empresas en el 2019— será mucho más difícil. La esencia de su actividad dificulta la automatización y el empleo de robots, lo que impide mejoras rápidas de la productividad. Como han señalado numerosos estudios, un porcentaje importante no volverá a abrir —al igual que en el resto del mundo— por falta de capacidad financiera.

Ojalá se pudieran atender todas las demandas de nuestro sector y evitar cierres, pero no olvidemos que la respuesta a la pregunta de Pla es: nosotros, los contribuyentes.

 

*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).

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