Hoy es un día muy triste para la aviación tinerfeña en particular y para la canaria, en general. Aquí, en Gran Canaria, a muchos se nos ha sobrecogido el alma al enterarnos. ¡Cómo habrá sido en Tenerife!
Miguel Torrens —nuestro “Miguelo”— se ha ido a ese sitio que tanto quiso. Se ha ido al cielo. Si por mí fuera, le reservaba de por vida, de nivel de vuelo 600 hasta unlimited, así bien alto, para él solo; aunque creo que, a lo mejor, sería poco espacio aéreo para un hombre de su vitalidad y que siempre iba corriendo a todos lados. Creo que muy pocas personas, si las hay, han dejado tanta huella en la aviación canaria como él.
Nunca te olvides de lo maravilloso que es nuestro trabajo y de la suerte que tenemos por desempeñarlo
Amante de la gente y de su profesión, siempre que nos veíamos acababa antes de despedirse con un “Félix, nunca te olvides de lo maravilloso que es nuestro trabajo y de la suerte que tenemos por desempeñarlo”. Daba igual cuanta prisa tuviese, siempre tenía un minuto para preguntarte como estabas, tú y tu familia. Te hacía sentirte querido y especial. Definitivamente único en su especie.
Ir a La Martona era como estar en tu casa, si no mejor. Yo al viaje desde Granca a la Martona lo llamaba "la ruta del tupper". Siempre me llevaba uno vacío porque sabía que Rosa, su hermana, me iba a proveer de esos maravillosos sandwichitos de tomate que ella hace. Esa casa es reflejo del amor que este hombre ha sido capaz de amasar a lo largo de su vida. Sin duda, todos hemos dejado en ella algún recuerdo de nuestro paso y un pedazo de nuestro corazón. Eso la hace tan especial. La Martona, el rincón de Miguelo, nuestro rincón, el lugar al que siempre quiero volver. Como su dueño, La Martona, tiene esa energía creada por tantos momentos vividos por gentes de todas partes que allí se reunían para celebrar la vida. Todos tenían siempre la puerta abierta.
No soy la persona más adecuada para escribir en nombre de todos los que le conocimos, ni lo pretendo. Sí me faculta para ello el enorme cariño y respeto que siempre le tuve tanto como profesional, y lo que es más importante, como persona. Me reconforta el saber que cada vez que nos veíamos se lo decía. Aprendí a no guardarme estas cosas hace tiempo.
Descansa en paz, amigo Miguelo. Te queremos.
Susana, un beso muy grande para ti.
*Félix Travieso Montesdeoca es controlador aéreo