“Un Reino Maravilloso en la esquina de las esquinas de Europa”. La primera parte es del gran poeta local Miguel Torga, que vivió a caballo de los siglos XIX y XX, y la segunda de un poeta posterior. Por supuesto se refiere a Trasosmontes, la región portuguesa del Nordeste de la que Braganza es la ciudad más importante y al nordeste de la cual se encuentra la Sierra de Maraoimpedia, su comunicación con la costa. El duro clima y el aislamiento provocaron la emigración y el abandono. Es la Iberia despoblada a ambos lados de la invisible frontera.

Hoy día, las modernas y numerosas carreteras que comunican ambos países han acercado físicamente lo que siempre estuvo cerca geográficamente. 100 kilómetros separan Braganza de Zamora y 45 de Puebla de Sanabria. La única frontera es el idioma, para nosotros que no para ellos. No es extraño pues que bastante más de la mitad de los turistas extranjeros sean españoles.

La relación transfronteriza nunca se perdió. Se siguen celebrando romerías en las que participan los de ambos lados y las más famosas fiestas, las mascaradas, son similares, aunque duran más en alguno de los pueblos portugueses al extenderse durante todo el solsticio de invierno en vez de limitarse al Carnaval. Su origen es celta. Los cencerros y las máscaras son iguales, como bien puede verse en el precioso Museo de la Máscara Ibérica realizado con la colaboración de la Diputación de Zamora. Las mascaradas atraen a turistas de todo el mundo encantados  con  los festejos ancestrales y, sobre todo, a periodistas en busca de lo insólito.

Carnaval de Braganza

Carnaval de Braganza

La inmensa reserva Transfronteriza de la Meseta Ibérica, en la que se encuentra Braganza, protege los bosques de encinas, castaños y olivos, cuya explotación, aunque ya no de la agricultura tradicional, proporciona  riqueza con la venta de la castaña, las setas y la miel. Castañas y setas son muy utilizadas en la cocina local.

El vecino Parque Nacional de Montesinho cobija algunas preciosas aldeas  y por supuesto lobos, venados y sobre todo jabalíes, uno de los principales elementos de la gastronomía local. La aldea fronteriza de Rio de Onor (Honor) es considerada la más genuina. Las vistas son amplias con un fondo de montañas españolas nevadas.

Los señores de Braganza, ya importantes en la formación del Reino de Portugal, se convirtieron en Duques y luego en Reyes tras la definitiva independencia de 1640 y hasta la llegada de la República, e incluso en Emperadores de  Brasil durante el Siglo XIX.

Suscripción

La ciudad vieja amurallada o Ciudadela constituye el núcleo de la ciudad desde el siglo XIV. Cuenta con una de las mejores torres del homenaje del país y con el edificio románico civil Domus Municipalis que merecen una visita.

En el centro, la Se, la catedral es la construcción religiosa más interesante. Hay que pasear la llamada calle de los Museos, que además del mencionado ofrece uno histórico, otro de arte moderno, el de fotografía y el interesante Centro de Interpretación de la Cultura Sefardita, que nos recuerda cómo muchos judíos españoles se refugiaron en la zona en 1492 solo para ser expulsados de Portugal seis años más tarde u obligados a convertirse al cristianismo.

Todos ellos se alojan en edificios del XVIII o anteriores reformados para este fin. Es una prueba más del entusiasmo e interés por el turismo de la corporación Municipal y de su carismático Alcalde.

Al contrario que otras pequeñas ciudades de la zona, Braganza ha crecido en los últimos años con la llegada de población rural de los alrededores, el retorno de emigrantes y el éxito de un Centro Politécnico en el que estudian cerca de seis mil alumnos.

Butelo e Casulas

Butelo e Casulas

Como en casi todo Portugal, el ritmo es tranquilo y el horario europeo. Hasta los pocos bares que hay son silenciosos. Los sosegados restaurantes ofrecen  a buen precio el plato local butelo con casulas, es decir el botillo con judías; el ya mencionado jabalí en diferentes formas, tanto guisado  como en sabroso chorizo; la ternera local; vino de las denominaciones de origen Tras Os Montes o del Duero; y jamón, más parecido al gallego que al de la vecina Salamanca. Los quesos, de cabra y oveja son consistentes. El bacalao se prepara a la Trasmontana, que es como el paisaje recio y austero, a la brasa con patatas.

Cuando el problema de muchos destinos turísticos es cómo controlar el exceso de turistas, Braganza se ofrece como un oasis de tranquilidad y seguridad en la vecina esquina de las esquinas.