Cada vez que Melania Rojas, una joven de 29 años que sufre tetraplejia, quiere viajar en avión se ve obligada a pagar un billete en la clase bussines para ella y para su acompañante. Una decisión que se debe, únicamente, al tamaño y a la amplitud de los asientos.

A los 16 años de edad esta joven malagueña tuvo un accidente en moto con graves consecuencias: sufrió una rotura de cuello y una lesión medular; y de ello se derivan innumerables complejidades para actividades tan comunes y básicas para el resto de los humanos como, por ejemplo, respirar. Sin un marcapasos diafragmático no puede inhalar oxígeno y por ello, entre sus necesidades primarias a la hora de emprender un vuelo están que siempre, bajo cualquier pretexto, tiene que ir reclinada en su asiento. Además, necesita disponer del espacio suficiente para que su acompañante pueda asistirla en tareas como beber agua, comer, limpiarse la boca o ajustarse el cinturón. Y por si fuera poco, a todo ello se añade que su silla de ruedas no cabe por el pasillo central de un avión comercial, por lo que la asistencia de los operarios es crucial si quiere viajar. Y ella recalca rotunda que viajar es, sencillamente, “su mayor ilusión”.

En el programa radiofónico especializado en la industria turística Bungalow103, de Capital Radio, llamado ‘Accesibilidad: ¿Asignatura pendiente de los viajes en avión?’, Melania Rojas explicó en primera persona las dificultades que tiene que sortear cada vez que quiere visitar un destino. Unas complejidades en las que se juegan, muchas veces, su propia vida y que requieren de un considerable gasto económico. Según afirma, “mucho más complicado” que encontrar un apartamento u hotel accesible es “viajar en avión”.

La tortura del avión si eres discapacitado

El turismo accesible y viajar en avión

El turismo accesible tiene como objetivo lograr que los entornos, productos y servicios turísticos puedan ser disfrutados en igualdad de condiciones por cualquier persona con o sin discapacidad. Una máxima que cada vez aplican más hoteles, apartamentos, estaciones de tren y hasta los aeropuertos, pero que sigue sin existir en los aviones comerciales que, en definitiva, son un medio transporte clave para la movilidad.  

Según datos de Naciones Unidas, el 10% de la población mundial sufre algún tipo de discapacidad y el 1% sufre algún tipo de discapacidad intelectual. Tal y como afirma en Bungalow103 Óscar Muñoz, responsable de accesibilidad en Plena Inclusión Canarias, “moverse libremente, poder viajar a donde se quiera, es un derecho básico de cualquier ser humano” y necesita, por tanto, de “servicios mínimos como baños adaptados, asientos específicos o personal cualificado”. Y eso solo en lo referido a las discapacidades físicas, ya que en lo que concierne a las cognitivas, Muñoz señala otras múltiples dificultades “relativas a la orientación, percepción, memoria o tránsitos dentro del aeropuerto”.

Sin embargo, la dificultad que entraña la propia aeronave contrasta con la relativa facilidad que implica transitar por el recinto aeroportuario. El servicio especial para personas con movilidad reducida de Aena, conocido como Sin Barreras y que se brinda en colaboración con el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), recibió el primer premio por parte de Naciones Unidas al mejor servicio público en los Premios UNPSA 2013, unos galardones considerados como los más prestigiosos en esta área en el sector público. Tal y como afirmó en las ondas de Capital Radio Gema Martín Egea, responsable de la división y servicios aeroportuarios de Aena, este servicio “atendió en 2017 a un millón y medio de  pasajeros con movilidad reducida” una cifra que supone “más del 10% de los pasajeros que transitan por la red de aeropuertos de Aena”. El servicio, que es completamente gratuito, está disponible tanto para personas que sufren cualquier tipo de discapacidad o movilidad reducida y cumple su misión una vez que el pasajero llega al asiento del avión.

Asientos de avión

Asientos cada vez más estrechos

Por su parte, la organización americana Flyersright.org publicó recientemente en un estudio que donde afirmaba que en la última década los asientos de los aviones se habían reducido, aproximadamente, de 47 a 43 centímetros; mientras que la distancia entre filas de asientos había disminuido un promedio de 89 centímetros a 79 centímetros. Una reducción que se ha hecho obvia para todos los viajeros, pero que se torna casi tortuosa para aquellos que sufren algún tipo discapacidad.

Derecho universal y oportunidad de negocio

Según la Plataforma Representativa Estatal de Personas con Discapacidad Física, Predif, la discapacidad es “imprescindible para el 10% de la población, necesaria para el 40 % y cómoda para el 100%”. Y, observando los datos, no es descabellado pensar que no es únicamente una cuestión de justicia, de solidaridad y de cumplir con un derecho básico de todo ser humano, sino que también es una oportunidad de negocio.