En 1963 se empezó a construir en el municipio de Arona (al sur de Tenerife) el complejo turístico Ten-Bel, que es considerado por muchos como la primera ciudad vacacional de España. Tras décadas de éxitos, el complejo cayó en el abandono siendo pasto de los okupas. Ahora, un proyecto hotelero de gran lujo quiere recuperar esta área turística.

Según ha publicado Diario de Avisos, un empresario hotelero tinerfeño convertirá el hotel Annapurna, anteriormente conocido como Alborada, en un establecimiento de gran lujo que será explotado durante los próximos 35 años por Banyan Tree Hotel Resorts, con sede en Singapur. El proyecto supone una inversión de 25 millones de euros para revitalizar este espacio de 48.000 metros cuadrados que forma parte de la urbanización Ten-Bel y que está ubicado cerca de la localidad de Las Galletas, en Costa del Silencio.

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Un equipo internacional de arquitectos de la propia Banyan y de los estudios Scape y Scsy se encargarán del proyecto. El objetivo es convertirlo en un complejo exclusivo conformado por suites. Asimismo, el nuevo resort contaría con jardines tropicales, cinco restaurantes, un spa tailandés, un beach club, áreas de gimnasio y una piscina natural, que sería “la mayor de Europa”.

La llegada del grupo asiático a Tenerife supone todo un hito ya que será la primera vez que esta empresa desembarca en Europa, aunque también tiene prevista la apertura de un hotel en Corfú (Grecia) en el segundo trimestre de 2019. Actualmente cuenta con 43 hoteles en Asia, 7 en África y 3 en América.

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La recuperación de una zona

En declaraciones a Tourinews, David Miguel Pérez González, concejal de Turismo del Ayuntamiento de Arona, destaca que “más allá de lo que pueda suponer la rehabilitación del hotel y su retorno económico para Las Galletas y la Costa del Silencio” cabe prestar atención a cómo el proyecto puede afectar a la antigua urbanización Ten-Bel.

Y es que según revela el responsable municipal de turismo “se está llegando a un acuerdo con la propiedad para la plena rehabilitación de sus zonas comunes, sus parques, sus áreas recreativas y sus calles”. La idea sería que después estos espacios sean recepcionados por el Ayuntamiento  para que se conviertan en “zonas públicas” y el consistorio pueda “mantenerlas y actuar sobre ellas sin ningún tipo de problema legal”. Pérez especifica que esto no sucedió en 1967 y que por ello la corporación local no puede intervenir en la urbanización que rodea al hotel Annapurna. “Una urbanización que nunca ha sido recepcionada no es pública y la administración no puede invertir o mantener urbanizaciones o propiedades privadas”.

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La gloria de un complejo que cayó en desgracia

La incapacidad para intervenir por parte del Ayuntamiento de Arona y la desaparición de la empresa fundadora es lo que llevó a un concepto de gran éxito en los años 70 y 80 a su situación actual de abandono marcada por la inseguridad, la okupación de inmuebles y el corte de suministros como agua y luz.

No obstante, la imagen de decadencia queda muy lejos de la idea que en su día tuvo el empresario procedente del Congo Belga, Michel Albert Huygens. Este acaudalado emprendedor compró los terrenos de una superficie de más de 500.000 metros cuadrados.  

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El mini-tren de Ten- Bel recorría de sur a norte la urbanización

Fernando Fraile, que fue director comercial de Ten-Bel entre 1990 y 1994, lo define como un “pequeño pueblo” que lindaba con Las Galletas en el oeste, pero que no tenía nada alrededor. Explica que estaba compuesto de varios complejos de diferentes categorías (desde 2 a 4 estrellas) que llegaron a sumar 5.500 plazas. Los complejos recibieron los nombres de Carabela, Eureka, Bellavista, Géminis, Drago, Frontera, Primavera, Maravilla y Alborada. Además, tenía su propia piscina natural (que sí forma parte del nuevo proyecto hotelero), su cocina central que “suministraba al día más de 10.000 comidas”, restaurantes en todos los complejos, jardines, salas de juegos, sala de fiestas, escuela para los niños y canchas de tenis. Tenían incluso un mini-tren gratuito que “era muy popular y que recorría de sur a norte” la urbanización. “Todo lo necesario para que los turistas no tuvieran que salir de allí”, resume el que fuera durante 20 años presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Las Palmas (FEHT).

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Añade que en la época en la que él estuvo a cargo de la dirección comercial contaban con cerca de 600 trabajadores, algunos de ellos “vivían dentro del complejo”. Una plantilla tan elevada era necesaria ya que se ofrecían servicios de limpieza, sanitarios, de seguridad y de animación. Entre los principales mercados de origen de los clientes destacaban los belgas, los franceses y los holandeses, aunque a principios de la década de los noventa también se atrajo a turistas procedentes de Alemania, Reino Unido y España.

Su propio touroperador

David Miguel Pérez explica que esta urbanización “supuso un hito en la apertura de Tenerife al mercado turístico”. Incide en que se apostó por este destino cuando ni siquiera existía el Aeropuerto Reino Sofía, que alimenta de turistas el sur de Tenerife. Pérez reconoce que ayudó a poner a Arona en el mapa turístico, ya que “obtuvo premios y reconocimientos a nivel nacional” y ganó gran popularidad en Bélgica, tanto que “siguen habiendo belgas fieles a esta zona de Arona”.

El éxito del complejo fue tal que la propia empresa explotadora, Ten Bel S.A., desarrolló su propio touroperador Ten-Bel Touring, cuya central estaba en Amberes. Según explica Fernando Fraile, este operador llegó a operar uno o dos vuelos semanales para llevar turistas al complejo.

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El final y la posibilidad de recuperarse

La muerte de Huygens en 2002 dio paso al final de un gran proyecto. Los descendientes cambiaron la estructura de propiedad y explotación, que poco a poco se fragmentó y terminó en manos de diferentes propietarios. “La falta de unidad y de criterio marcó el final, todo aquello se fue deteriorando y se perdió la calidad”, relata Fraile, que en esa época ya había abandonado la compañía.

La falta de servicios de vigilancia, por ejemplo, llevó a un aumento de la inseguridad y a que esta zona haya llegado a ser considerada como peligrosa.

Ahora, la llegada del proyecto en el que está implicado el grupo asiático Banyan Tree supondrá todo un respaldo para la recuperación de un destino turístico que en su día fue referente y que sirvió, como apunta Fraile de “escuela para jóvenes profesionales”. Por su parte, David Miguel Pérez González cree que el nuevo hotel “supone evidentemente un reclamo” y que significa que hay “otra vez confianza en el municipio de Arona y en su seguridad jurídica”. Asimismo el concejal de Turismo celebra que vuelven a estar “en el mapa de las inversiones hoteleras”. “Por fin llegamos a una dinámica de modernización, renovación y nuevas inversiones hoteleras”, concluye.