Tras este largo periodo de reflexión desde las elecciones del 20D, llega ya el momento de que nuestros representantes políticos actúen con coherencia para gobernar España. Lo han manifestado bastantes líderes con suficiente experiencia y conocimiento de nuestra historia insistiendo en el mismo discurso: que, de una vez por todas, los políticos deben sentarsepara negociar un posible acuerdo de reformas de calado para nuestro país. Menos programas diseñados para el electorado y más conciencia de Estado. No anteponer la codiciosa carrera hacia la Moncloa a un gran pacto de regeneración democrática e institucional por el que hemos apostado la mayoría de los españoles en las urnas. Un pacto de fe nacional por la buena convivencia y concordia de todos los ciudadanos, respetando la pluralidad e idiosincrasia de cada una de las regiones autonómicas. Un acuerdo de estímulo económico para consolidar la recuperación y, como prioritario también, uno de solidaridad nacional con todas las personas que más han sufrido la crisis.

Esto requiere, sin duda, sacrificios personales de algunos políticos que deben predicar con un ejemplo de generosidad y honradez hasta renunciar, si hiciera falta, a su propia continuidad. Lo que ha sido posible en otros países del entorno europeo también puede suceder en el nuestro. Ese sacrificio que les pedimos a nuestros dirigentes de una posible renuncia, seríala mejor lección de humildad para que todos los españoles comprendamos que, a nivel individual, se requiere también una renuncia parcial ideológica en favor de un consenso mayoritario que va en beneficio de todos. Diríamos que esta renuncia de orgullo ideológico no supone para nada traicionar nuestras convicciones políticas. No nos vale la respuesta demagógica de algunos de que con ello transgrediríamos nuestra intachable conciencia de izquierdas o derechas. Lo congruente ahora sería encontrar esos espacios donde las izquierdas se unen con las derechas en una reivindicación patriótica a favor de la unidad de España y el interés general de todos los ciudadanos españoles. No nos confundamos con esa frase llena de hipocresía política de "No podemos engañar a nuestro electorado". 

La incertidumbre es el peor enemigo de nuestra economía y, más concretamente de la industria turística. Ya se empiezan a notar perniciosos efectos en algunosindicadores y agentes económicos. Parálisis de las inversiones, incluidas también las que afectan a hoteles e intereses turísticos. A tiempo estamos de reconducir estasituación. Preservar nuestro modelo de economía mixta de mercado, no renunciar a las grandes economías de escala que nos brinda un único mercado español y fortalecer un sector privado con un sector público eficiente.Necesitamos garantizar el crecimiento y la actividad económica turística a través de una buena gobernanza y un firme liderazgo político. Esta es la mejor receta para crear empleo y aumentar la recaudación en el sector público. 

Desde el Centro de Iniciativas y Turismo de Gran Canaria (CIT) queremos que los españoles seamos conscientes de la necesidad coyuntural de realizar este pequeño esfuerzo intelectual a nivel individual. Nuestra contribución particular es esencial y de alto valor. La unión es el único camino para conseguir este reto político. En estos momentos compartimos el buen consejo atemporal de nuestro querido e ilustre paisano D. Benito Pérez Galdós, cuyas palabras en un acto de alarde a la fe nacional entre amigos canarios decía: "Habéis visto que ha llegado la hora de avivar en nuestras almas el amor a la patria chica para avivar con él, en llamarada inextinguible, el amor de la grande" o "Ahora que la fe nacional parece enfriada y obscurecida, ahora que en nosotros ven algunos la rama del árbol patrio más expuesta a ser arrancada, demos el ejemplo de confianza en el porvenir... Nosotros, los más chicos, seamos los más grandes en la firmeza y vigor de las resoluciones... Seamos los más próximos en el corazón de la patria".