El Mar de la Liguria tiene colores turquesa y una extraña belleza, pero, como tantas partes del Mediterráneo, ha sido descubierto por el turismo masivo con los consiguientes inconvenientes. Una vez finalizado el verano, se puede intentar la excursión entre La Spezia y Levanto.

Si uno se olvida de alquilar un coche y se decide a utilizar el ferrocarril, su primera opción debería ser la línea Genova - La Spezia, trayecto que se recorre en cincuenta minutos. Después, lo mejor son los trenes regionales para visitar los lugares más interesantes. Todos los pueblos que se citan tienen estación de ferrocarril.

La zona se encuentra dentro del Parque Nacional delle Cinque Terre, creado en 1997, y engloba a los pueblos de Monterosso al Mare, Vernazza, Manerola, Corniglia y Riomaggiore. Ese mismo año, estos cinco pueblos, junto a Portovenere, fueron declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. El Parque recibe anualmente más de dos millones y medio de turistas y las autoridades locales pretenden reducir el tráfico hasta el millón y medio en un ejemplo más de que un exceso de turismo daña a esta industria. Solo los residentes están autorizados a entrar en automóvil a los pueblos.

La costa es abrupta, con imponentes acantilados, y solamente con algunas playas en la zona de Monterosso. Precisamente este y Vernazza quedaron destrozados durante las inundaciones y los corrimientos de tierra de 2011. Ambos están ya reconstruidos. Entre Portovenere al Sur y Levanto al Norte hay más de cien kilómetros de senderos para realizar la actividad más interesante de la zona. El más famoso es el Sentiero Azzurro por el que recorres la zona costera tocando los cinco pueblos. Sin embargo, su parte más conocida, la Via dell Amore, está cerrada indefinidamente. Se puede sustituir por la Ruta de las Colinas. Todas son de dificultad baja o media. Los paisajes por cualquiera de ellas son siempre espléndidos.

Durante el verano las masas de paseantes impiden disfrutar de los pueblos y dificultan la posibilidad de tomarse tranquilamente un aperitivo o de comer en cualquiera de las numerosas tascas. Para escoger alguna o un restaurante es mejor no hacer caso de las recomendaciones de las guías, dirigidas al público anglosajón. Es mejor dejarse llevar por el instinto. Septiembre, octubre y abril-mayo son buenos meses a pesar del riesgo de que caiga esa lluvia fina e insistente tan típica de la zona.

La cocina local es la típica de la Liguria. Destacan los troffie, una pasta corta y sin agujero con pesto, con una salsa a base de aceite, albahaca y ajo. Los pescados clásicos, procedentes de las aguas vecinas, son las anchoas, las sardinas, los mejillones, los calamares, la sepia y el pulpo. Todos preparados de forma sencilla. Pueden y deben ser acompañados por el vino blanco local D.O.C Cinque Terre cultivado en terrazas. Vino de sabor marinero. Con el postre se impone la Schiaccetra, el vino dulce de pasas.

Todos los pueblos son pintorescos, pero el más fotogénico y popular es Vernazza. No hay importantes monumentos en ninguno de ellos, pues la economía local era modesta, basada en la pesca y el cultivo de la vid.

Desde la inauguración del ferrocarril, la economía local empezó a depender más del turismo. El senderismo de la zona se hizo muy popular entre los italianos del Norte, especialmente los milaneses, muchos de los cuales veraneaban tradicionalmente en Portovenere. Hoy día el turismo es internacional y recuerda aquella maldición que rezaba "Cuídate mucho de lo que deseas, porque puedes acabar consiguiéndolo". Querían turismo y lo tuvieron.