Opinión

¿Es la sostenibilidad turística la respuesta a la postpandemia del Covid-19?

Muchos territorios, destinos turísticos y empresas se marcan un objetivo que es llegar a ser sostenibles sin tener en cuenta que no es un objetivo, sino la herramienta

Algunos ya dan por hecho que el 2021 será el comienzo del cambio, de la sostenibilidad, del combate contra el cambio climático y de un mundo más verde. Es como si de repente se hubiera descubierto otra vacuna, no contra el Covid, sino contra el deterioro ambiental y social de nuestro entorno, nuestra Tierra.

Pero aunque es ahora cuando más se habla de “sostenibilidad”, hay que recordar que fue en 1987 cuando se elaboró el famoso informe Bruntland (Our Common Future), cuyo mensaje era y es muy claro: “El desarrollo sostenible es aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”, tan evidente que pone en duda los cientos de acepciones que alguien puede encontrar en la actualidad.

Tengo que mencionar también que en el 1993 edité un libro pionero hablando ya del turismo sostenible, El Desarrollo Turístico Sostenible en el Medio Rural, en el que todavía muchas ideas siguen actuales, lamentablemente.

Estoy seguro de que lo más cercano a esa definición que impulsó Bruntland, se llama sentido común —que brilla por su ausencia—, y lo peor es haber entrado en el negocio de la sostenibilidad, en este caso para el turismo, donde prima más el que nos vean que lo que hagamos.
 

Por tanto ante todo se trata de preguntar: ¿Por qué y para qué ser sostenibles? Si tenemos respuesta, tendremos la solución


Ya lo he mencionado en diferentes ocasiones, pero el mayor reto de conseguir uno o unos modelos de sostenibilidad es pensar en el desarrollo y gestión sostenible para garantizar ese futuro de bienestar que no compromete a los que nos sucederán.

Por tanto, ante todo se trata de preguntar: ¿Por qué y para que ser sostenibles? Si tenemos respuesta, tendremos la solución. Pero es obvio que el futuro depende de las acciones del presente.

Hay que volver a preguntar por qué muchos territorios, destinos turísticos y empresas se marcan un objetivo que es llegar a ser sostenibles sin tener en cuenta que no es un objetivo, sino la herramienta para alcanzar una meta de bienestar para el presente y el futuro. De ahí mi pregunta, ¿Por qué y para que ser sostenibles?

Por ahora, la tendencia global es la gestión monetaria e incluso bursátil de recursos clave para todos. El mercado, basado en la Cumbre de Río 1992, introdujo un nuevo concepto que fue la compra-venta de derechos de emisión, que supone, de alguna forma, que la cantidad total de gases de efecto invernadero sería la misma, pero con la diferencia de que países con menos emisiones podían vender sus derechos a los más ricos o con capacidad de compra. 

Es un modelo que roza con la RSE (Responsabilidad Social Empresarial), el greenwashing y la concienciación de la rentabilidad económica.
 

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En definitiva, se debe de dar respuesta o solución, no solo ideas y deseos al conjunto de empresas y empresariado turístico para que entienda que ser sostenible realmente se traduce en ser rentable y competitivo, ya que la demanda lo está exigiendo y lo exigirá de forma mucho más contundente, sin conformarse con un sello o label que cada vez más están perdiendo su valor.
 

En definitiva, se debe de dar solución, no solo ideas y deseos al conjunto de empresas y empresariado turístico para que entienda que ser sostenible, es ser rentable


El turismo sin duda alguna y a pesar de las críticas, algunas muy merecidas, contribuye al bienestar de la sociedad y por ello es necesario que apueste por modelos más sostenibles, que permitan responder a las expectativas de la demanda y la oferta.

¡Les deseo un FELIZ año 2021, porque nos lo merecemos!

 

*Arturo Crosby es editor Natour magazine

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