Tengo la suerte de que cuando pienso en algún viaje que me haya marcado me vienen numerosas experiencias, diferentes la una a la otra y que espero poder seguir acumulando. Sin embargo, no tengo duda ninguna de que un viaje que marcó un antes y un después en mi vida fue mi primer viaje sola: Perú.

Para situarnos en esta experiencia es importante saber que ocurrió durante mi etapa de programa de movilidad de la universidad en el que me voy a Chile por seis meses. Está claro que mi estancia en Chile ya fue de por sí enriquecedora, pero cuando estaba llegando a su fin, el viaje que tenía programado con mi compañera dio un giro de tuerca y tuve que emprenderlo sola.

20 años. Mujer. Otro continente y un país desconocido. Está claro que recibí comentarios de todo tipo: cómo te atreves, tú sola por ahí, es muy peligroso, eres muy joven,… y que, obviamente, me afectaron de una manera u otra, pero que también me ayudaron a tener más ganas de vivir la aventura. Fue un viaje largo, pero en el que tuve la suerte de compartir algunos días con unas amigas y en el que conocí a mucha gente. Poder ver con los ojos del turista te hace apreciar lo que para los demás se vuelve rutinario, ver todo con ganas de conocer, de probar, de sentir,… Te hace olvidar por unos días tu zona de confort y adaptarte al nuevo medio en el que te encuentras. Podría decir que mis viajes favoritos son los que están relacionados con la naturaleza, pero sobre todo, son aquellos con los que conectas y empiezan a formar parte de ti. Como conseguí hacer yo al sur de Perú.

Vistas del Machu Picchu desde el Wayna Picchu | Viaje Lucía Menvielle

Lucía Menvielle - Vistas del Machu Picchu desde el Wayna Picchu