Destinos

“No es un restaurante, es un quiosco de playa”

José Carlos Álamo responde a la polémica generada en torno a los chiringuitos del sur de Gran Canaria

En plena temporada de éxito turístico es necesario plantear que aspectos pueden seguir mejorándose para aumentar el potencial competitivo de los destinos españoles. Así, Juan Ferrer publicó el pasado 16 de agosto en Tourinews ‘Chiringuitos en Gran Canaria: la excelencia en lo cutre’, un artículo de opinión en el que compara el actual aspecto y la oferta gastronómica ofrecida en los quioscos de Playa del Inglés y Maspalomas, ambas al sur de la isla, con el de destinos turísticos del mismo calibre como Ibiza o Tarifa.

Este medio ha contactado con José Carlos Álamo, responsable de Atención y cuidado del litoral del Área de Turismo del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, municipio en el que están emplazadas las mencionadas playas y que registró más de 21 millones de pernoctaciones en 2016. El objetivo es dar posibilidad de respuesta al consistorio y conocer qué medidas se están tomando para modernizar estos establecimientos.

Lo primero que reseña Álamo es que el Ayuntamiento ya ha tomado medidas en la renovación de sus quioscos de playa. En 2012, el consistorio adquirió por aproximadamente medio millón de euros 10 nuevas casetas que se recibieron en 2015 y desde entonces están guardadas en naves mientras se tramita el permiso para su instalación con Costas. “Yo no discuto el estado actual de los quioscos, nosotros somos los primeros interesados en que estén ya los nuevos”, reconoce.

Los nuevos quioscos que no llegan

El problema: encontrar el órgano ambiental competente que aprobara su instalación. El responsable de playas del consistorio grancanario denuncia que “en 2013 Costas nos dijo por escrito que eran ellos y, por tanto, iniciamos todo el proceso; y al final desde Madrid terminaron considerando que ellos no eran el órgano competente, lo mismo que hicieron el Cabildo de Gran Canaria y el Gobierno de Canarias”.

Sostiene que se trata de un entuerto que ha impedido la renovación de sus costas y del que  “el Ayuntamiento es víctima” y reseña que son los únicos que han “estado buscando una solución desde el primer momento haciendo caso a lo que dice la legislación, lo que nos han ido diciendo los diferentes organismos.”

Y la solución que han encontrado es declarar el propio Ayuntamiento como órgano ambiental. No obstante, aún se desconoce cuándo se instalarán los nuevos chiringuitos: “No pongo fecha, ahora estamos viendo que el tema está a punto de resolverse. Hemos acordado con Demarcación de Costas lo que estamos haciendo y estamos en fase de exposición pública en Boletín.”

Estado actual de chiringuito de Playa del Inglés, en Gran Canaria. Foto: Enrique Molina

Mejora estética y ¿ya está?

Con esta nuevas instalación “llega un cambio estético, pero –advierte Álamo- no podemos pretender ser un restaurante, ojalá pudiéramos, pero ¿nos saltamos las normativas medioambientales?”

Y es que según explica el responsable del municipio del sur de Gran Canaria, el tipo de local que se puede utilizar en esta zona está muy controlado: “Hay una modificación legislativa en materia ambiental que consideró que gran parte de los servicios que nosotros pretendemos implantar se ven afectados no sólo por la Red Natura 2000, sino porque es zona de reserva natural (Dunas de Maspalomas).”

Preguntado por qué servicios se ven limitados por su carácter de reserva, Álamo indicó que se tienen que limitar “exclusivamente a instalar quioscos de 20 metros cuadrados, que no pueden tener instalaciones subterráneas, acometidas de agua o de luz” en contraste con “las playas de Baleares y otras mencionadas en el artículo” que no se enfrentan a “las mismas cuestiones normativas”. Según explica, sus rivales baleares pueden alcanzar los 100 metros cuadrados y cuentan con red de saneamiento que les permite “dar un servicio de mayor calidad y mayor cantidad; puedes hacer un servicio de restauración y puedes tener cocina”.

Por el contrario, insiste en que para las playas de Maspalomas se trata de medidas imposibles: “Todos los servicios se tienen que ofrecer con un motor que tiene que ir encajado en el quiosco de 20 metros cuadrados quedando su potencia limitada. Además, las recogidas de aguas residuales van a un depósito con una capacidad limitada.” Y que además, deben ser desplazables para modificar su ubicación para evitar la generación de pasillos de sombra eólica, es decir, zonas de acumulación que impiden el paso y alteran el recorrido de los sedimentos.

Eso sí, adelanta una novedad respecto a la actualidad: con el cambio normativo se va a permitir la instalación de una terraza.

Los nuevos chiringuitos almacenados

La reserva natural, ¿bendición o maldición?

Sin duda, las Dunas de Maspalomas son uno de los elementos más representativos de toda la isla y de San Bartolomé de Tirajana en concreto. Sin embargo, son también un impedimento para aspirar a una oferta de mayor alcance y lujo: “Cuando hablamos de reserva, hablamos de requisitos medioambientales bastante rigurosos”, incide el responsable municipal de playas, que considera esta formación natural “una de las fortalezas” turísticas de la zona: “Este es un valor que le diferencia totalmente, para bien y para mal. Un montón de veces presumimos de las Dunas y nos olvidamos cuando estamos hablando de la instalación de servicios de temporada. Ibiza no tiene la fortuna que tenemos nosotros de tener una reserva natural.”

A su vez, se muestra de acuerdo en cuanto a que sería conveniente ofrecer puestos más grandes y con mejores características, pero reitera que la normativa medioambiental lo prohíbe.

Dunas de Maspalomas

A vueltas con la gastronomía

Todas las limitaciones enumeradas por José Carlos Álamo, sólo permiten dar una serie de servicios de cafetería, bar y algunos alimentos calientes” dando como resultado una oferta gastronómica in situ tachada en el artículo de Juan Ferrer como “cutre”.

En este sentido Álamo defiende la variedad de oferta del destino: “Yo pregunto, ¿hay carencia de oferta gastronómica en Maspalomas, en Playa del Inglés, en la zona de costas o en los paseos? Reitero que los servicios que se pueden dar son bastante limitados. El tipo de quiosco que puedo instalar limita el tipo de comida que puedo ofrecer. No es un restaurante, es un quiosco de playa. Esa es la particularidad de Maspalomas Costa Canaria. Por eso hay muchos restaurantes en los diferentes paseos de nuestras playas.”

Aunque sí que reconoció que con la introducción de los nuevos chiringuitos quieren hacer hincapié en la mejora de la calidad  de la oferta para “darle un pequeño plus cualitativa al servicio que se da”.

¿Volverá a pasar lo mismo con los nuevos?

Si los anteriores se han desgastado y deteriorado nada impide que la historia se vuelva a repetir, sin embargo, Álamo asegura que la situación actual es excepcional puesto que las casetas actuales tienen muchos años y sus contratos de explotación “están vencidos” haciendo complicada la intervención administrativa para mejorar su estado. Anuncia, además, que los nuevos pliegos son “bastante rigurosos” con el mantenimiento del que los concesionarios son los responsables. “Nosotros queremos que la situación se resuelva ya, porque no va a llevar aparejado sólo un cambio estético, sino que permitirá el control sobre el mantenimiento de los mismos y mayor control sobre las acciones que hacen los explotadores de los mismos va a ser muchísimo mayor”, concluye.

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