Los aficionados a las compras se desplazan a las grandes mecas como Milán (Italia), Londres (Reino Unido), Nueva York (EE.UU.), Dubái (Emiratos Árabes) o Seúl (Corea del Sur) a la caza de los productos más exclusivos. Así, estos emplazamientos se convierten en campo de batalla para las grandes marcas de lujo que intentan atraer a compradores con calidad, lujo y trato exclusivo.

Sin embargo, la lucha entre los gigantes del shopping ha dado el salto a otro nivel: el del espionaje industrial; y es que, hace unas semanas, Cartier anunció una demanda contra Tiffany & Co por competencia desleal. Tal y como explica The Guardian, la empresa francesa denuncia a la estadounidense de intentar robarle secretos comerciales.
 

Las piezas sobre las que pesan las sospechas de espionaje industrial tienen un coste entre los 50.000 y los 10 millones de dólares

En concreto, la compañía gala denuncia que la norteamericana contrató a Megan Marino, una subgerente a la que califican como “poco cualificada”. Apuntan que dicha contratación ha tenido lugar con tal de obtener los detalles de su colección de “alta joyería”, cuyas piezas tienen un coste entre los 50.000 y los 10 millones de dólares.
 

Tras ser contratada en diciembre, Marino fue despedida cinco semanas después. “Tiffany estaba más interesada en contratarme como fuente de información que como gerente de alta joyería”, afirmó la empleada en una declaración jurada que ha dado alas a la demanda de Cartier.