Opinión

¿En qué año está previsto que termine el turismo de masas?

Les tengo la respuesta y se los quiero contar en exclusiva porque se sorprenderán o quizás no

¿Se acuerdan los augurios de muchos expertos y profesionales del turismo en plena pandemia? ¿Recuerdan el pronóstico de cambio de modelo de forma radical, y disruptiva, tal y como se estaba comportando el turismo durante las restricciones?

Y, por supuesto, no hubo casi ninguna duda que el turismo de masas conocido hasta el 2019 iba a desaparecer, castigando a los destinos de sol y playa y urbanos sobresaturados.

Algunos pocos, sin embargo, teníamos una gran duda frente a estos vaticinios, ya que no existía ninguna evidencia de ese cambio de actitud, motivaciones y expectativas de la demanda que se había adaptado a la situación y por supuesto actuaba respondiendo a un miedo o más bien pánico promovido por diferentes agentes sociales, políticos, sanitarios y mediáticos, provocando una situación completamente coyuntural y muy lejos de cambiar la estructura turística o modelo de gestión y negocio, ya que la demanda mayoritariamente no lo ha hecho, como se está comprobando fácilmente y eso que todavía quedan muchos números que remontar. Pero fíjense que el doble mensaje de la estrategia turística de países y regiones es la apuesta por la sostenibilidad, respondiendo a las expectativas de la demanda y, por otro lado, el conseguir recuperar al menos el mismo número de turistas que en la época prepandémica, es decir, turismo de masas claramente.
 

Turismo de masas

Por tanto, ¿podemos averiguar cuando será el fin del turismo de masas?


Bueno, pues me temo que no tiene fecha de caducidad, porque la situación ambiental (climática, salud, seguridad, etc.) es un factor que lo puede determinar, ya que sin duda puede obligar a cambiar drásticamente el modelo y no por voluntad, sino porque no quedará otra alternativa, y estoy convencido de que las grandes demandas turísticas (por así llamarlas) apenas cambiarán.

Y, por otra parte, casi es mejor, pensando ambientalmente, puesto que si esas masas turísticas se dispersasen, como algunos opinan, sería el deterioro irreversible de multitud de destinos naturales y rurales.

Para dar una idea en el caso de España que llego a recibir unos 85 millones de turistas internacionales, más el mercado doméstico y esto ha de traducirse en pernoctaciones. Pues traten de recolocar en estos territorios frágiles y vulnerables a unos 50 millones de turistas, con una oferta de aproximadamente 100.00 camas y además con picos enormes de estacionalidad. La fotografía del resultado creo que es más que evidente y nada deseable, ¿o no?

Ahora bien, qué está ocurriendo y cuál es la tendencia de convivencia y supervivencia entre el turismo de masas y su alternativa:

Los mercados maduros con mayor concienciación ambiental crean expectativas verdes a los destinos, incluso a los de sol y playa.
 

Un pueblo de Valencia: ejemplo de alternativa al turismo de masas

La oferta emergente no le queda otra que diferenciarse para poder posicionarse y aprender de los errores para realizar inversiones eficientes-sostenibles.

Puede que en estos próximos 5 años el turismo, la hostelería y los destinos que sean más sostenibles aprendan a vender sus valores y, por tanto, asociarlo a un precio acertado y de mercado.

Podría ser o debería ocurrir a corto plazo que se impongan decretos, leyes o normas que obliguen de forma definitiva a que el sector cumpla con unas reglas operativas de gestión sostenible, porque los mercados maduros ya lo están exigiendo.

¿Y qué pasará cuando los destinos se hagan más sostenibles y no sea el elemento diferenciador como en la actualidad? Pues que habrá que identificar aquellos valores y beneficios mejor perceptibles al consumidor y a la comunidad. ¿Quizás una exclusividad de mayor alcance?

 

 

En definitiva, dudo mucho que el turismo de masas se vaya a acabar o que la mayoría de los que me lean, incluyéndome, vivamos para verlo, porque somos miles de millones deseando viajar y no hay oferta capaz de acoger dicho volumen y mucho menos en tiempo y espacio. Porque no se trata del número de turistas, sino de las pernoctaciones a las que habrá que seguir sumando los excursionistas (coche, cruceristas, autocares, etc.).

Es decir, un flujo de viajeros que generan bastantes gases GEI y aunque haya empresas y destinos que se declaren neutrales en carbono, no significa en absoluto que hayan dejado de emitir CO₂ (entre otros gases), sino que tienen medidas de compensación, que es muy diferente.

Por tanto, se debe tener en cuenta que el turismo de masas seguirá y muy seguramente se incrementara, saturando destinos y territorios cada vez más vulnerables, por lo que entiendo que la estrategia debería enfocarse a mitigar los efectos negativos, versus tratar de hacerlo desaparecer o peor diseminarlo en otros espacios naturales, rurales o urbanos.

Y aunque la utopía es bonita, es más importante fijarse objetivos medibles y sobre todo alcanzables, teniendo en cuenta una “ética en la gestión”, donde la “sostenibilidad” es una de las mejores herramientas.

 

*Arturo Crosby es editor de Natour magazine.

Te recomendamos

Ver más