En plena ebullición del movimiento denominado como Flygskam o vergüenza a volar, surgido en los países escandinavos, los alemanes se han sumado a esta corriente pero no están dispuestos a renunciar al avión.

Según informa FVW, una encuesta online elaborada el pasado mes de noviembre por el grupo de análisis Forschungsgemeinschaft Urlaub und Reisen (FUR) muestra que pese a que los alemanes sí que se sienten culpables por utilizar este medio de transporte, la demanda de vacaciones se mantiene alta.

En concreto, un 41% de los encuestados admitió tener mala conciencia por usar el avión, mientras que un 27% afirmó no estar afectado por el impacto climático que tiene este medio de transporte.

El profesor Martin Lohmann, consejero científico de FUR, cree que “en el corto plazo, los viajes en avión no disminuirán drásticamente”, sin embargo, sí que considera que existirá una mayor predisposición a compensar la huella de carbono que generan estos traslados. De hecho, la encuesta muestra que un 18% de los que se sienten culpables compensaron sus viajes el pasado año.

El análisis también deduce que los alemanes tienen cada vez más en cuenta la sostenibilidad ecológica y social en vacaciones, sin embargo, no es el principal factor que guía sus elecciones para viajar, y es que según Lohmann, “las decisiones y el comportamiento con respecto a las vacaciones se ven influenciados por otros factores”.

El sector de viajes no deja de crecer

Los datos provisionales con respecto a 2019 muestran que los germanos viajan más que nunca. De hecho, se han registrado aproximadamente 71 millones de viajes con una duración superior  los cinco días (+1% con respecto a 2018), que supusieron un gasto de 73.000 millones de euros (+3%). Asimismo, se produjeron 92 millones de viajes cortos que generaron un gasto de 25.000 millones de euros (+1%).

Cabe recordar que en Alemania se ha llegado a plantear la posibilidad de limitar el número de viajes que realizan los ciudadanos.