Las olas de calor son cada vez más frecuentes. La última de ellas tuvo lugar a principios de julio, que llevó a los termómetros del destino turístico de Mallorca a marcar entre los 35 y 40 grados. Un escenario que ha provocado que muchos turistas se queden en su país de origen durante las vacaciones de verano.

No se trata de una situación nueva, ya el año pasado el calor en el norte de Europa jugó una mala pasada al turismo en España, ya que fueron muchos los que decidieron quedarse en sus países y aprovechar allí el buen tiempo (no tan extremo como en el país de Cervantes).

El editor de finanzas personal del diario británico The Guardian, Patrick Collinson, ha reflexionado sobre este asunto. En concreto, se refiere a lo vivido el pasado julio en la isla de Mallorca, donde disfrutar de la playa era imposible antes de las 17.30 horas, por lo que la última alternativa consistía en quedarse en la habitación del hotel con el aire acondicionado a pleno rendimiento, a sabiendas de que esta acción daña al medioambiente.

En esta línea, se refiere a una investigación publicada el pasado julio, de la que se desprende que el clima en ciudades como Madrid o Atenas será más parecido al de la urbe Fez (Marruecos) en 2050, ya que la temperatura aumentará hasta 6,4 grados. En este sentido, repara en que el destino británico de Margate “empieza a verse más atractivo”.

Asimismo, pone de relieve que España ya no es el destino “superbarato” que era antes. Esto, sumado a la caída de la libra, que puede que no llegue a recuperarse después del Brexit, pondría en un compromiso al sector turístico español. “Las vacaciones en España podrían convertirse en un desastre financiero, con familias que pagan una pequeña fortuna solo por sentarse dentro de sus hoteles, para escapar de condiciones intolerables en el exterior”.