Todos los veranos se repiten las imágenes —entre graciosas y bochornosas— de carreras y peleas para reservar las tumbonas en las piscinas de los hoteles. La escalada de la guerra de hamacas ha llegado al punto de que muchos establecimientos han implementado métodos para prohibir que sus huéspedes dejen su toalla para asegurarse un lugar. 

Según las explicaciones de la abogada berlinesa Roosbeh Karimi Suddeustche Zeitung, los establecimientos están en todo su derecho, pues tienen plena autoridad para prohibir la reserva de tumbonas en su régimen interno. Así, el personal del hotel está legitimado para retirar las toallas de las hamacas que permanezcan sin usar durante un tiempo determinado, guardándolas en un lugar específico, obligando así a los huéspedes a buscar una nueva si desean usarlas.

El problema surge cuando se establece dicha prohibición, pero no se lleva a la práctica, dando derecho a los clientes a reclamar un reembolso por "defecto de viaje". Y esto no es una hipótesis, sino que ya ha ocurrido. El Tribunal de Distrito de Hannover ha ordenado a un touroperador a devolver parte del importe del paquete turístico a una pareja que, durante sus vacaciones en Rodas (Grecia) se vio perjudicada por la falta de rigor a la hora de prohibir la reserva de hamacas.

Reclamaron que, pese a que existía una normativa clara, el hotel no hizo nada por impedir que todas las plazas estuvieran guardadas, lo que les impidió poder disfrutar de su día. El juzgado atendió a esa queja y dictaminó el reembolso de 320 del total de 5.260 euros pagados por la totalidad del viaje. Esta decisión judicial sienta un precedente importante en la gestión de las expectativas y normas de convivencia en los establecimientos turísticos.