La llegada del narcotráfico a las localidades más turísticas de México ha transformado radicalmente su paisaje. En el caso de Acapulco (Guerrero), por ejemplo, los militares con fusil en mano se entremezclan con los bañistas, pasando a formar parte así de la estampa de las paradisiacas playas.

Según ha informado Deutsche Welle, la ciudad mexicana figura como una de las cuatro más peligrosas del mundo desde 2011. Tan solo el año pasado registró una tasa de 110,5 homicidios por cada 100.000 habitantes, lo que le valió para convertirse en la segunda más peligrosa solo por detrás de Tijuana.

Esta situación se repite en una veintena de playas turísticas del país azteca. En Cancún (Quintana Roo), por ejemplo, los asesinatos se han multiplicado por 15 en los últimos cuatro años, pasando a formar parte así de las 20 ciudades más violentas del globo. Lo mismo ocurre en Playa del Carmen y, en general, en toda la Riviera Maya (Quintana Roo), donde se han duplicado los homicidios.

La creciente inseguridad en los destinos más turísticos mexicanos está pasando factura al flujo de visitantes. Tal es así, que la ocupación hotelera cayó un 3,1% el pasado junio en Cancún, con respecto al mismo mes de 2018, según datos de la Asociación de Hoteles de Cancún. Ante este escenario, los hoteleros se vieron obligados a reducir las tarifas entre un 15 y 25% para evitar una pérdida mayor de turistas.

En lo que respecta a los visitantes estadounidenses, el país azteca registró un descenso interanual del 6,8% en abril de 2018. Se trata de la peor caída en siete años, una tendencia que se ha mantenido en los últimos meses a consecuencia de la creciente inseguridad en las zonas más turísticas de México.

Diferentes actores del sector turístico han recriminado la inacción del presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, ante este problema. El Gobierno de López Obrador ha destinado 600 millones de pesos a algunas zonas marginales de localidades turísticas como Acapulco o Playa del Carmen, sin embargo, desde la industria le afean la inexistencia de un plan de seguridad concreto.