Turquía se ha propuesto recuperar el turismo extranjero y para ello está usando todas sus armas. En este sentido, está haciendo hincapié en el turismo de salud: continúa promocionando los implantes de pelo y los trasplantes de riñón por 35.000 dólares (unos 28.000 euros).

Según informa El Español, el gobierno de Erdogan ha invertido en la industria del turismo sanitario más de 30.000 millones de dólares (unos 24.000 millones de euros) en los últimos diez años. El número de hombres que viajan a Turquía a implantarse pelo se multiplica cada año. El pack completo (viaje, operación, hotel de lujo, traslados desde y hacia el aeropuerto, y alguna visita turística), sale más económico que la propia operación en cualquier otra ciudad de Europa.

Otros pacientes van en busca de tratamientos oncológicos, muchos de ellos son rusos e iraquíes. El sistema sanitario turco es también famoso por sus tratamientos pediátricos y los trasplantes de órganos. Por uno de riñón, un extranjero paga entre 30.000 y 35.000 dólares (28.000 euros), mientras que un trasplante de hígado puede llegar a los 90.000 dólares (unos 72.000 euros) en un hospital privado.

Una junta ética regula quién recibe el órgano. Sólo es posible realizar trasplantes de riñón o de hígado a los pacientes extranjeros si vienen acompañados de su donante. “Tienen que traer a su propio donante, que tiene que ser familiar hasta cuarto grado de consanguinidad, y convencer a la junta ética de que no hay una transacción monetaria por el medio, ni presión de cualquier tipo”, afirma Emin Çakmak, presidente del Consejo Turco de Turismo Sanitario.

Esta entidad espera llegar al millón de pacientes en 2019, y alcanzar los dos millones en 2023. En 2016, según un informe de la organización, se superaron los 750 mil pacientes, que llegaron desde 144 países y supusieron unos beneficios de casi 6.000 millones de dólares para la economía turca.