La industria turística vive su mejor momento en México, donde ya supone el 8,5% del PIB y se ha posicionado, tras las manufacturas y las remesas, como uno de los principales motores de la economía. En 2016, la cifra de visitantes creció cerca del 9%, con 35 millones de personas, la entrada de divisas incrementó un 10% y el saldo de la balanza turística un 22%. . 

Los especialistas del sector explican que estos buenos datos se están registrando debido a la debilidad del peso frente al resto de las grandes divisas internacionales, algo que hace atractivo el país debido al bajo coste de las estancias; la fortaleza de la economía estadounidense, pues la mayoría de viajeros proceden de la nación norteamericana y el aumento de las conexiones aéreas con sus principales mercados emisores. Además, otro de los factores importantes es la inestabilidad de países competidores como Turquía o Egipto. 

Sin embargo, no se pueden obviar los retos a los que se enfrenta el sector. En enero, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) publicó un informe donde se destacaba la capacidad de la nación para recuperarse después de la crisis de 2009 pero alertaba de dos puntos a corregir: la escasa aportación al desarrollo de las economías locales y regionales y la necesidad de pasar del mayoritario turismo de masas hacia uno más individualizado, de mayor calidad. Además, diversificar la procedencia de los turistas también se postula como uno de los grandes retos.

A esto le añaden la inseguridad de la nación, pues su imagen se deteriora año tras año, según indica el índice The Good Country, algo que no favorece al desarrollo de la industria de los viajes.