Desde el pasado diciembre y durante la marea baja es posible observar en la playa de Wissant, al norte de Francia, dos trozos de metal oxidado de ocho y tres metros, que corresponden al casco del submarino UC61. Son los restos de un sumergible alemán de la Primera Guerra Mundial, que quedó varado en la costa gala en julio de 1917.

El guía turístico local, Vincent Schmitt, desveló la historia de este submarino: “Era el 26 de julio de 1917, venía de Zeebrugge (Bélgica) y bordeaba la costa para sembrar de minas marinas la costa en Boulogne sur Mer y en Herve”, dos puertos importantes al norte de Francia. “Su misión era hundir barcos mercantes e incluso hundió un buque de guerra”, añadió la especialista en historia marítima, Isabelle Delumeau.

No obstante, tal y como ha informado La Voix du Nord, el sumergible, de 50 metros de eslora, encalló en la arena y la tripulación, antes de ser detenida por los oficiales de aduanas francesas, lo inutilizó con explosivos. Schmitt mira hacia este episodio del pasado con fascinación: “Este monstruo de tecnología enorme en la playa, con jinetes alrededor, debe haber sido dantesco. El viejo mundo derrota al nuevo sin disparar un tiro”.

El guía turístico, a su vez, reparó en que  “todos los habitantes de Wissant” saben que hay un submarino en la playa, pero la “mayoría del casco está cubierto de arena”. En ocasiones, “ciertas piezas vuelven a aparecer”, pero “esta es la primera vez que se descubren tanto”.

Mientras, Delumeau confía en que una tormenta o marea fuerte puede descubrir otras piezas del sumergible, lo que conformaría un “campo completo para la arqueología”. Esta sería “una oportunidad bien rara de acercarse a un submarino”.