El tiempo me ha enseñado a tener “el título de este artículo” siempre presente, porque incluso antes, cuando la madurez de ciertas cosas en mi vida carecía de sentido, me guiaba más por lo que oía o me contaban determinadas personas, sobre algo o alguien, que por lo que realmente eran las cosas y os pongo en contexto.

Algo que ya hemos hablado en otros artículos es que no todos somos iguales. Por esa misma razón, la visión que tiene alguien de otra persona, puede estar sujeta a su forma de ver la vida, de interpretarla o incluso egoístamente hablando, puede tener un concepto subjetivo de alguien, en base a sus propios intereses y trasladarlo a terceros, con respecto a como ellos los ven. 
 

Foto: Pixabay

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Dicho esto, hoy, dos altos cargos de una compañía muy conocida en Dominicana me han invitado a un almuerzo y he de decir, que antes de conocerlos personalmente en su momento, pasé por esas interpretaciones de las que hablaba. Oí varias versiones de los mismos y por separado, no todas eran buenas a primera vista. Si no fuese porque hago honor al título del artículo desde hace ya muchos años, quizás hoy no se hubiese celebrado ese encuentro. En el cual, he de decir, me he sentido genial, conversando distendidamente de varios temas, sin tapujos, de trabajo, como no puede ser de otra manera, entre personas que nos dedicamos al sector servicio y también de temas personales. Aunque, a la vez, viendo claramente el fondo de quien tenía frente a mí y reconociendo que cada cosa que hacen, cada uno en su parcela profesional, tiene un alto grado de compromiso con la empresa que representan. La lealtad absoluta y pasión incondicional por querer hacer bien las cosas y que todos se beneficien de ello, la base, el mando intermedio, el ejecutivo y por supuesto la marca que representan.

Este almuerzo reafirma mi teoría de lo expuesto y de lo que es justo…

Muchas veces nos juzgan por no ser como a los demás les gustaría que fuésemos, sin analizar determinadas acciones, derechos y deberes que todos, como profesionales, debemos hacer frente ante situaciones donde nuestro cargo, nos obliga a tomar ciertas decisiones y que evidentemente no pueden ser del agrado de todo el mundo. Es ahí, donde, terceras personas, pueden basar sus apreciaciones sobre determinados altos cargos. Por ejemplo, basando sus interpretaciones de acuerdo a si les afecta directamente o les beneficia en algo.
 

Foto: Pixabay

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Es cierto, y no vamos a negarlo, que hay directivos en determinadas sillas, que son el anticristo del oficio (también he escrito mucho de ellos). Pero juzgar a otros tantos, por tener que tomar decisiones que no son partidistas y que benefician al común de los mortales implicados, perjudicando con ellas a un mínimo porcentaje que, por otro lado, no lo están haciendo bien, no es justo que se les señale por ello.

Lo que quiero decir con esto, aunque sea rocambolesco en su entendimiento, es que desde hace un tiempo para acá, estoy teniendo la suerte de rodearme de personas muy criticadas por determinados colectivos profesionales. Aunque, si eres capaz de analizar esas críticas y llegar a entender sus posiciones y por qué deben tomar ciertas decisiones, podrás también entender que son personas mentalmente fuertes, proactivas, leales a una marca, constantes y con ideas definidas y claras. También son buscadoras de estabilidad empresarial, fomentadores de estructuras que den valor a las cosas bien hechas, personas de empresa y comprometidas con generar equipos estables y sanos en todas sus variantes. Personas a las que, llámenme loco, pero estoy orgulloso de compartir con ellos, con los que generan el cambio sin dañar a nadie, aunque sus decisiones se lleven por delante al que siempre lo ha hecho mal, por cierto, el mismo que los critica por los pasillos. 

Como alguien dijo una vez:

“Tú no me conoces, tú solo sabes de mí lo que yo quiero que sepas”. 

 

*Víctor Rocha Cocinero/Articulista/Conferenciante/Defensor De Lo Correcto/Apasionado del sector Servicio y el Turismo. Autor del libro “el Humo que todo lo quema” (Gastronomía y turismo)