El verano del 2017 ha quedado marcado  trágicamente por los atentados de Barcelona y Cambrils, pero antes ya habían ocurrido algunos acontecimientos que le habían otorgado un carácter muy especial. Por primera vez han tenido lugar manifestaciones contra los excesos del turismo en Barcelona, Palma y San Sebastián. Muchas de ellas claramente comprensibles, como las de los vecinos de algunos barrios de Barcelona, cuya vida diaria se ha visto transformada para mal. Unas protestas se han desarrollado de manera pacífica y otras violentas, como el asalto al autobús turístico, o los pinchazos de las ruedas de las  bicicletas de alquiler.

Desde el primer momento, el gobierno lanzó una acusación general de “turismofobia” que ha sido acogida y repetida por la mayor parte de los medios de comunicación, sin embargo no recoge el sentir de muchos de los acusados. Otra palabra nueva es  “turistificación” que define lo que está ocurriendo en diferentes barrios del centro de algunas ciudades, en las que los pisos de alquiler se dedican al uso turístico cambiando el tejido social de esos lugares y dando lugar a la “turismofobia”.

La última novedad en hacer su aparición, avanzado el mes de agosto, ha sido la “xenofobia turística”, lanzada por el Comisionado de Marca España en una desdichada entrevista en ‘El País’ el 17 de agosto.

Pero la palabra que mejor define lo que está ocurriendo este año es “exceso”. Por primera vez, muchos destinos turísticos, no solo españoles, se encuentran desbordados por un exceso de visitantes que no saben controlar.

La revista digital turística ‘Skift’, que goza de gran prestigio en el sector, lo llama  “the summer of overtourism”, o el verano del exceso de turismo. Aunque pone el acento en Barcelona y Venecia no se olvida de lugares como Nueva York, Amsterdam o incluso Islandia, cuyos residentes ven amenazada su forma tradicional de vida.

Suscripción

Según ‘Skift’:

1.- El precio es parte del problema.

La expansión de los vuelos de bajo coste y de los alojamientos turísticos baratos, alquilados mediante plataformas digitales, y el incremento de los cruceros en Barcelona y Venecia provocan que las comunidades locales sufran las consecuencias negativas, mientras que las compañías de servicios turísticos recogen los beneficios.

2.- La apertura al turismo de nuevos barrios crea nuevos problemas.

En los casos en los que han tenido éxito como Brooklyn, en Nueva York, los vecinos se sienten molestos y evitan los lugares a los que acuden los turistas con el consiguiente cambio en los tipos de negocios. Aunque son elementos importantes para los turistas, los hoteles no ofrecen valor añadido que mejore la calidad de vida de los residentes. La utilidad del turismo se reduce a la creación de algunos trabajos.

3.- Las compañías turísticas necesitan madurar.

El turismo es uno de los mayores sectores de la economía mundial, pero durante las etapas de crecimiento sus empresas no siempre actúan de forma responsable. Cadenas hoteleras, compañías aéreas y de cruceros y plataformas de alquiler tienen alguna responsabilidad en el ambiente hostil creado por los residentes locales. Los líderes del sector tienen que reconocer su participación en la modificación del entorno urbano en beneficio de los turistas, sin tener en cuenta las necesidades de los locales.

4.- Son los gobiernos los que tienen que resolver el problema.

Los gobiernos locales ya reconocen, desde hace años, el exceso de turismo y tienen que dejar claro que tendrán que imponer limitaciones que se pueden llevar a cabo con medidas fiscales y restrictivas.

Los entes de promoción del turismo, nacionales y regionales, que reciben apoyo financiero de los gobiernos pueden influir en la definición de políticas, pero como se ha visto en ciudades y destinos en todo el mundo, la clara apuesta por incrementar el número de turistas y permitir a las compañías del sector seguir creciendo sin límites, ha tenido claras consecuencias negativas.

Cuanto antes aceptemos las verdades de ‘Skift’, mejor. El principal lobby mundial del sector, el Consejo Mundial de Turismo (WTTC), a través de su recién designada directora general, Gloria Guevara, ha señalado que propondrá recomendaciones al respecto.

Turistas en una playa de Santander

                                                                                                                    Veraneantes en una playa de Santander