No se puede visitar la ciudad de Tokio sin acordarse de la película de Sofía Coppola, estrenada en 2003, Perdidos en Tokio, con los intensos  Bill Murray y Scarlett Johansson. Pero, no les imiten cenando en el restaurante del hotel; hay que salir a ver la ciudad. Ni hagan caso de la frase que resume el film: “No volvamos aquí porque no será tan divertido”. En realidad, Bob y Charlotte no se pierden físicamente. Se mueven sobre todo en taxi, de noche, y por los céntricos barrios de la movida local. Desaprovecharon así una oportunidad para disfrutar de la diversión de perderse, preferiblemente de día.

Línea Yamanote de Tokio

Línea Yamanote de Tokio

Es fácil pero pocos turistas lo hacen. Desactive los datos del teléfono para quedarse sin GPS y hágase con un mapa del centro y otro del metro. Busque y apunte las estaciones más cercanas a su alojamiento y láncese a la calle en dirección a alguno de los lugares emblemáticos que quiera visitar. Cuando este cansado, tenga frío en invierno, se moje por la lluvia o sude a borbotones en verano, baje al mejor metro del mundo, el único totalmente automatizado. Si está en una zona céntrica y algo turística, se encontrará con unas simpáticas señoritas que -no lo he visto en ninguna otra parte- le ayudarán, incluso en inglés -algo muy raro en Japón- a moverse en ese mundo subterráneo, a buscar su destino o a retornar a casa.

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Una vez aprendidas las cuatro reglas desplazarse es fácil. Cada línea tiene un color, las estaciones además de nombre tienen números y en la pared de los andenes figura el de la siguiente parada, por lo que hay que hacer muchos esfuerzos para ir en la dirección equivocada. Cuando esté seguro de que sabe regresar, continúe su aventura subiendo y bajando cuando le convenga. Tokio parece difícil, la inmensidad del área metropolitana con cerca de cuarenta millones de habitantes o, incluso, de la ciudad propia con unos catorce, no debe impresionarnos, pues a fin de cuentas todo lo que el turista quiere ver se encuentra en un área asequible y muy bien comunicada.

Ninguna otra gran ciudad es tan segura como Tokio, pero, como contrapartida, no hay rastro de los 42.000 policías con los que oficialmente cuenta la ciudad, por lo que no hay a quién preguntar. Con el resto de los ciudadanos ni se moleste; ni hablan inglés ni saben decir no, pero, eso sí, le ayudarán a seguir perdido.

Akasuka, Tokio

Akasuka, Tokio

Empezando por el oeste, los turistas se concentran en Akasuka, barrio antiguo y típico, con  la interesante calle comercial Nakanise y el templo Senjoji, el más antiguo de la ciudad. Hay cientos de restaurantes populares, extremadamente limpios, como todo en esa ciudad, en los que tomar un ramen y una cerveza por algo más de diez euros. También es el lugar de partida de la excursión por el rio Sumida, muy apreciada por los visitantes para ver los rascacielos.

En la misma zona, el más relajado Ueno cuenta con numerosos museos y edificios históricos. Más al sur, en la bahía, está el abarrotado mercado y lonja de pescado, la mayor del mundo, Tsukiji. Quizás no compense el madrugón para luchar por un pequeño espacio en las horas de la subasta, pero en las callejuelas adyacentes se come un óptimo sushi. En el sur de la almendra central, Ginza es zona de diversión shopping y tiendas de lujo.

Palacio Imperial de Japón. Foto de Historia Alternativa

Palacio Imperial de Japón. Foto de Historia Alternativa

El centro tiene dos atracciones principales: los jardines del Palacio Imperial que se visitan todos los días, excepto lunes y viernes, y la gran Estación Central de Tokio, corazón de un sistema en el que se mueven al año dos mil ochocientos millones de personas. Camino del oeste se encuentra Roppongi, la reina de la noche, zona frecuentada por los occidentales, llena de juerga, bares, restaurantes, teatros y galerías de arte.  

Algo al sur, la calle Omotesando, la Quinta Avenida local con las tiendas de las grandes marcas de todo el mundo, las elegantes y refinadas mujeres que, cuando sus perritos con gabardina de mangas y pantalón en el mal tiempo, hacen pis sacan del bolso un botellín de agua y riegan el lugar del crimen y ayudan así a la extrema limpieza de la ciudad.

Parque Meiji, Tokio. Foto de MurZielaga

Parque Meiji, Tokio. Foto de MurZielaga

Dirigiéndose al noroeste se cruza el precioso parque Meiji, en el que se encuentra el templo Meiji- Jingu, en honor del Emperador que llevó a Japón a la modernidad. Lugar sintoísta muy apreciado por locales y foráneos. Al norte del mismo Shinjuku, centro administrativo, lleno de altos edificios y donde se encuentran gran parte de los hoteles de las cadenas internacionales.

Al final del día no es conveniente volver a perderse, por lo que hay que dejar de lado que Tokio tiene más restaurantes con estrellas Michelin que Paris y buscarse un lugar cercano al del alojamiento; toda la ciudad está llena de “tascas “locales, donde disfrutar de cualquier especialidad. En general la comida es soberbia. Una cena con sake y cerveza puede resultar más barata que el equivalente en Madrid o Barcelona.