Después de varios años gestionando tanto un pequeño hotel como una agencia de viajes, puedo decir que son dos mundos muy distintos.
Y no porque uno sea más fácil o más difícil que el otro, sino porque la forma de gestionarlos es completamente diferente.
Una agencia de viajes trabaja con mucha previsión. Diseñas los itinerarios con meses de antelación, coordinas alojamientos, traslados, servicios… Pero eso no significa que todo salga perfecto. Hay muchos imprevistos de última hora: vuelos cancelados, clientes que tienen problemas, maletas perdidas… y siempre hay que resolverlo con rapidez y empatía.
En un hotel, casi todo ocurre cuando el cliente está ahí, y si algo falla, lo tienes delante. La gestión es muy operativa: entradas y salidas, atención continua, resolución de quejas… además de los imprevistos que siempre pasan el peor día. Desde una ventana que se rompe hasta una cafetera que deja de funcionar justo en el desayuno. Todo requiere soluciones inmediatas, muchas veces sin margen de error.
En resumen:
- La agencia vende expectativa y confianza.
- El hotel entrega realidad y resultados.
Ambos requieren visión, atención al detalle y nervios de acero. Pero con enfoques totalmente distintos.
Y cuando tienes la suerte de vivir los dos mundos, te das cuenta de que la clave no está en cuál es más difícil, sino en que cada uno requiere una mentalidad distinta.
*Ramón Méndez Lareo es fundador y director ejecutivo de TUBUENCAMINO



