El tránsito por un aeropuerto da para mucho, tanto para los pasajeros como para los empleados del mismo. Así lo ha manifestado la usuaria de Twitter Tacirupeca, que ha decidido compartir en un mensaje en hilo las diferentes anécdotas que guarda de su etapa como miembro del handling de una aerolínea de bajo coste.

En concreto, Tacirupeca trabajaba como agente de facturación, es decir facturando maletas, realizando embarques o diferentes labores en la oficina. La joven asegura que su período de formación duró tan solo 30 minutos, así como que al ser contratada por una empresa externa, en lugar de directamente por la compañía aérea, su salario se veía notablemente reducido, debido a los distintos intermediarios.

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Tacirupeca destaca la política de equipaje de la aerolínea para la que trabajaba, la cual tilda de “muy estricta”. La usuaria de Twitter hace hincapié en que todas estas normas estaban explicadas en la página web, así como en un e-mail que se enviaba a los pasajeros una vez efectuaban su reserva, las cuales “no se leía nadie”. Entonces, a la hora de facturar el equipaje “venían los dramas”. La azafata asegura que nunca antes la habían “llamado puta o hija de puta” tanto como trabajando en este sector.

Tacirupeca apunta que, como consecuencia, muchos pasajeros se quedaban sin viajar semanalmente. Algunos, incluso, hacían caso omiso a sus indicaciones, como la de que no podían subir al avión con dos bultos, y llegaban al embarque con dos maletas, con la excusa de “la chica de facturación no me dijo nada”.

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Sin embargo, una de las anécdotas que más llama la atención tiene como protagonista a una joven que viajaba con una maleta, un bolso y un portátil. Tacirupeca la escuchó hablando con unos chicos, a quienes les decía que “ella siempre llevaba mucho más equipaje de mano del permitido, que a veces colaba y a veces no”. Entonces, la azafata se acercó y le comentó que tenía que meter todas las bolsas en una o facturar, “así que hizo el amago de meterlo con mala cara, pero no lo consiguió”.

La chica se esperó hasta el final para facturar la maleta con su tarjeta de crédito, la cual daba error y, además, no llevaba efectivo encima. Por ello, Tacirupeca anunció que no iba a acceder a la aeronave nadie más y se dispuso a cerrar la puerta de embarque. Entonces, la joven empezó a decir que “no podía perder el vuelo, que se casaba su hermana”, por lo que empujó con brusquedad a Tacirupeca y se marchó a la pista. Una vez allí, corrió tras el avión (que ya estaba rodando) al grito de “paren”, con el riesgo que ello conlleva. Finalmente, la Guardia Civil la retuvo y ella puso una hoja de reclamaciones. “La parte de meterse en la pista la obvió”, matiza la azafata.

Pero la cosa no se queda ahí, Tacirupeca guarda muchas más experiencias desagradables, desencadenadas por pasajeros que fueron incapaces de aceptar las normativas de la aerolínea para la que trabajaba. Incluso, le llegaron a tirar una bola de papel (hecha con una hoja de reclamaciones) a la cara, así como la amenazaron con darle una paliza cuando terminara su turno de trabajo, actuaciones deleznables que aplacan las ganas de trabajar en un aeródromo.