Lourdes Ruiz y su marido José Carlos no olvidarán su última escapada a Madeira. La semana pasada, él decidió regalarle a ella una estancia en el paradisíaco hotel Choupana Hills, un establecimiento de cinco estrellas ideal para las escapadas románticas o las lunas de miel. Sin embargo, el viaje se tornó en pesadilla cuando las llamas que azotaron la isla cercaron el hotel obligando a la evacuación de sus aproximadamente 40 ocupantes y empleados. Lourdes ha relatado en primera persona para Tourinews sus primeras vivencias de lo ocurrido: ?No sabíamos que había incendios en la zona hasta que llegamos al hotel, que estaba en plena montaña, por encima del Jardín Botánico, en un enclave precioso y cuyo acceso estaba formado por carreteras serpenteantes. Comimos allí con la intención de bajar a Funchal durante la tarde ya que hacía un calor insoportable. A lo lejos vimos en algún punto de la montaña algún fuego puntual que con el tiempo fue aumentando, pero el personal del hotel nos dijo que no ocurría nada anómalo. Es más, el director del hotel nos explicó a los huéspedes que esos conatos estaban a dos valles de distancia y que la orografía del terreno frenaría por sí misma el fuego y protegería el establecimiento. Con la intención de calmarnos, nos aclaró que existía un plan de emergencias, pero añadió que no sería necesario aplicarlo?.

(Todas las imágenes han sido cedidas por Lourdes y José Carlos)


Sin embargo, diez minutos más tarde y todavía a una distancia muy lejana, afirma que vieron algunas casas empezando a incendiarse y que apenas unos minutos después, comenzaron a sonar las alarmas del hotel y se les pidió que recogieran sus pertenencias. Al parecer, un giro inesperado del viento provocó que las llamas comenzaran a dirigirse hacia lo que era el único acceso por carretera a Choupana Hills. ?Si no nos hubiéramos ido en ese momento, no habríamos tenido manera de salir?, afirma Lourdes.


Formado por unas 67 habitaciones, este pequeño resort está compuesto por dos edificios centrales y una serie de cabañas individuales aisladas que se conectaban con pequeños carritos motorizados al estilo de los campos de golf. Según la versión de esta pareja grancanaria, el director del complejo siempre conservó la calma y el todo el personal se volcó con los clientes, desde las recepcionistas hasta los cocineros, demostrando que sabían perfectamente lo que tenían que hacer en mitad de aquel lógico desconcierto. Algunos empleados incluso recogieron las pertenencias de los clientes que en ese momento estaban fuera del hotel en alguna excursión. La única improvisación que detectaron fue con los medios de transporte destinados a la evacuación, pero rápidamente aclara que fue eficientemente gestionada por los profesionales. Nuestra protagonista nos ha contado que ?había un pequeño microbús para las excursiones y se utilizó para evacuar a los clientes, pero no cabían todos, así que el resto se repartió entre los coches de los trabajadores y los coches de alquiler de otros huéspedes. Hicimos una pequeña caravana y el primer sitio al que nos dirigieron fue al estadio del Marítimo de Funchal (un equipo de fútbol de la zona)?.


La parte más desagradable se vivió en el trayecto por carreteras estrechas durante el desalojo del hotel. Lourdes llega a aventurar que ?si llega a pasar de noche a lo mejor no hubiéramos logrado salir", pero comenta que ?no hubo miedo pero sí incertidumbre porque nadie sabía hacia dónde iría el fuego y hacia dónde tendríamos que ir?. Tras esa primera evacuación, las autoridades portuguesas intentaron llevar a estos huéspedes así como a otros turistas y habitantes de la región a un pabellón militar de Funchal, lo que provocó el colapso en las carreteras dado que el fuego estaba encaminándose hacia la ciudad capitalina. Entre las 7 de la tarde y las 12 de la noche la caravana de vehículos en la que estaban estos dos españoles apenas avanzó unos kilómetros, y cuando ya se habían logrado aproximar, los responsables de gestionar la emergencia les recomiendan desviarse a un mirador que estaba a una altura considerable y que por ello estaba fuera de peligro. Posteriormente les volvieron a mandar al pabellón, pero una vez allí comprobaron que no daba abasto porque había mucha gente con problemas respiratorios, ambulancias, etc. y no había espacio para todos. El relato de Lourdes se retoma cuando a su marido José Carlos y a ella les destinan ?a un hotel que estaba lejísimos, pero al menos teníamos dónde ir. Sé de otros muchos turistas que pasaron la noche en un estadio de fútbol?. Los directivos de Choupana Hills se pusieron rápidamente en contacto con ellos para confirmarles que corrían con todos los gastos de ese último hotel en el que habían pasado la noche y para comunicarles que les devolverían el dinero de la estancia contratada. ?Ahora estamos en esos trámites ?explica? pero van despacio porque ellos mismos aún no han podido acceder a sus ordenadores y a toda la información. Hay que decir que, en la medida de sus posibilidades, se han portado de manera excepcional con todos sus clientes?. Pese a todo lo vivido, esta pareja confiesa que volvieron ?corriendo a casa porque ya no era un lugar agradable para estar?, pero no renuncian en absoluto a volver a Madeira ?porque hay que quitarse el mal sabor de boca que dejan este tipo de cosas?.


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