No hay duda de que, aun conociendo las necesidades reales de adaptabilidad intentando conseguir un reposicionamiento hacia lo ventajoso,  los pensamientos limitantes y los miedos nos paralizan y neutralizan las capacidades de mejora.

Los miedos generan angustia al sentir una sensación real o ficticia de peligro.

Reflexionando brevemente sobre esos miedos, intentemos dar normalidad a esa sensación pensando un poco más sobre ella:

Imaginemos que ocurriera lo peor pero no sólo pensándolo, intentemos recordar ese momento vivido que nos produjo ese terror. Y ¿bien? ¿Lo recuerdas? Seguro que en este momento, ahora, su efecto es  menor.

Eso ocurre porque ya no existe ese desconocimiento, el gestor con su capacidad innata de adaptación, reconoce ese temor y lo gestiona mucho mejor, pues ya está familiarizado con él. No le resulta tan sorpresivo. Ahora el cerebro ya está preparado para afrontar ese hecho, y  ahí es donde radican  las Soluciones.

El conocimiento nos prepara para las dificultades

El susto y el miedo nos lo produce el desconocimiento pero la identificación y el saber, genera seguridad y confianza.

Tenemos que encontrar los argumentos que, razonados y analizados, denoten que la opción es la acertada y que, por supuesto, la ausencia de riesgos o incidencias no es real. Siempre puede salir algo mal.

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Pongamos un ejemplo más concreto: Nuestro jefe de cocina, justo cuando nuestro segundo está de vacaciones, se accidenta o por cualquier otro motivo no acudirá al trabajo. 

Ésta y otras situaciones generan un conflicto hostelero al creer que no se podrán cubrir las necesidades de nuestros clientes ni en tiempo, ni en forma. En cambio, si el incidente estaba anteriormente contemplado, la solución ya estaría en manos del gestor y la capacidad resolutiva sería rápida y la más acertada.

Para no padecer miedos lo mejor es poseer conocimientos que nos ayuden a alcanzar destrezas y así conseguir que los miedos desaparezcan. Las capacidades y análisis descubrirán las pautas de mejora que en cada momento consideremos para el buen desarrollo de nuestra actividad tanto empresarial como la vital.

Todas esas sensaciones como cautela, precaución, sospecha, suspicacia, aprensión, escrúpulo, miedos, recelo, temor, escepticismo o incredulidad, tienen una base:  el  desconocimiento. Pero a la vez, en contrapartida, coexisten con sensaciones antónimas: confianza, seguridad, tranquilidad, capacitación, motivación, tesón, afán de superación o resolutividad, que son las que realmente capacitan, solucionan problemas y gestionan correctamente esos miedos paralizantes.

Miedos Paralizantes que se disipan y resuelven tan solo con un planteamiento adecuado, que reside en nuestra forma de pensar y en nuestra forma de actuar. La clave: Evitar el pensamiento automático (que nos condiciona) y pensar de manera controlada (que nos implica).

¡Ah! 3 de las posibles soluciones al supuesto ejemplo del problema de nuestro cocinero accidentado están en:

La anterior planificación e implantación de unos procedimientos resolutivos para incidencias.

El diseño de un plan de trabajo que contemple la previa preparación de los servicios venideros, incluyendo desde la tenencia de las materias primas  como la realización previa de la misse en place de cocina.

Fomentar e inculcar el hábito en promover el compañerismo, la confianza, la ayuda, la enseñanza y la delegación en el organigrama del personal de la empresa Hostelera.