El primer tren de alta velocidad de España lleva 23 años en una vía muerta, bajo la lluvia y el sol, olvidado. En su día fue revolucionario y Renfe apostó por él para modernizar una oferta que sufría el empuje del coche y del avión.

Bajo la marca Fiat, tenía un diseño atractivo, de color amarillo anaranjado, con el morro aerodinámico y prometía rebajar hasta un 30% la duración de los viajes. “Platanito” era el AVE de los setenta, sin embargo, ahora, mientras va perdiendo su color a la intemperie, en la estación de Castejón (Navarra), pocos recuerdan sus días de gloria.

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El óxido y la suciedad se han adueñado de él. Parte del cableado ha sido robado, algunas ventanillas están rotas y los grafitis eclipsan el color que otrora fuera su sello distintivo. Platanito “volaba” a 180 kilómetros por hora, 40 por encima de la máxima en su época.

Esta reliquia es propiedad de Adif y solo la visitan, una vez al año, un puñado de románticos que vienen desde Madrid para limpiarlo y ocuparse de algún arreglo. Desafortunadamente, el amor y el altruismo no son suficientes para salvarlo de la desidia.

Platanito se convirtió en un estandarte de Renfe: se usaba en los folletos promocionales como símbolo de modernidad y era alabado por funcionarios del gobierno, medios de comunicación y público en general.

Interior del tren de Fiat. Foto de Miguel Ciriza

Interior del primer tren de alta velocidad en España. Foto de Miguel Ciriza

El potencial era grande, desconocido hasta ese momento en España, pero una tecnología compleja y cara, y sus habituales averías le hicieron perder la batalla frente a un modelo de Talgo (de pendulación natural) que, pese a no ser tan rápido, era más barato de construir y de mantener, y más tarde tendría el futuro garantizado en Renfe.

En 1987 le llegó la tan temida jubilación y en 1994, se salvó del desguace y fue a parar a Castejón. El lujo y el confort de antaño se han ido cubriendo de una pátina de olvido que solo la Asociación de Amigos del Ferrocarril se ocupa de quitar, por su historia y por amor incondicional a Platanito.

En la era de la alta velocidad, muchos son los trenes de época que se han convertido en atractivo turístico. Auténticas reliquias que todavía recorren las vías, como el Transcantábrico, un ferrocarril clásico que lleva más de 30 años sobre rieles, y hoy ofrece a los nostálgicos un viaje, por el norte de España, “en la máquina del tiempo”.

Más de un viajero, nacional o extranjero, disfrutaría de un restaurado “Platanito”, con su inconfundible amarillo anaranjado. Esos mismos románticos que lo visitan y lo despojan del óxido y la indiferencia, estarían encantados de verlo, por ejemplo, en el Museo del Ferrocarril de Madrid, o tal vez rodando, en un viaje por el tiempo, orgulloso de lucir su antiguo esplendor.