Eiji Nakatsu, un ingeniero de la compañía de transporte Japan Railway (JR West), salvó al conocido como tren bala de un grave problema, según ha publicado la BBC. 

Los 270 km por hora del convoy comenzaron a ser un inconveniente cuando, al salir de los túneles, el estrepitoso ruido del tren podía escucharse a 400 metros de distancia, lo que molestaba a los vecinos de las zonas residenciales cercanas a las vías. 

Nakatsu era observador de pájaros y basándose en el vuelo del Martín Pescador diseñó la solución. El ave se zambulle a gran velocidad en el agua sin apenas salpicar, y su secreto está en la forma aerodinámica de su pico. Ante esto, el ingeniero diseñó diversos prototipos del morro del tren que fueron probados en su laboratorio. El modelo que menos ruido produjo fue el que más se asemejaba al pico del animal. 

Otra de las causas del estruendo del tren era el pantógrafo ferroviario, un mecanismo articulado ubicado en la parte superior del tren que le transmite energía eléctrica. El aire que pasaba por él causaba los ‘vórtices de Korman’, unos patrones en remolino que generan turbulencias. La solución fue crear un nuevo pantógrafo inspirado en la forma de las plumas de las lechuzas, que tienen bordes dentados que fragmentan el flujo de aire. 

Además, para crear su base se inspiró en el abdomen liso del pingüino Adelaida, que se desliza por el agua con la mínima resistencia. De esta manera, consiguió que se lograse alcanzar 320 km por hora sin superar los 70 decibelios fijados por el gobierno en zonas residenciales. 

En 1997, se inauguró el tren modificado, el Shinkansen 500, y con motivo del 20 aniversario del diseño, el ingeniero japonés ha recorrido universidades y colegios en Estados Unidos para recordar lo importante que es observar y aprender de la naturaleza.