Por el aeropuerto de Barcelona circulan más de 47 millones de pasajeros al año y, por ello, alberga relatos de todo tipo. Despedidas y bienvenidas llenas de emociones, robos, anécdotas graciosas, controles de seguridad, huelgas, retrasos, etc. Sin embargo, la última historia que se ha hecho viral en relación al aeródromo del Prat es muy preocupante.

Y es que en los últimos días se ha hecho viral una historia compartida el pasado mes de junio a través de Facebook por Heather Bailer. En la publicación, que ya suma más de 9.000 comentarios y ha sido compartida 24.000 veces, la joven estadounidense se hace eco de una mala experiencia cogiendo un “taxi” en el Aeropuerto de Barcelona, relacionándola con “el riesgo del tráfico sexual desde los aeropuertos”, algo que asegura que “parece algo muy distante, pero que puede ser real”.

En su post explica que estudió en Madrid y Barcelona el último verano, por lo que conoce tanto la Ciudad Condal como su aeropuerto. En concreto, especifica que no se siente incómoda al coger un taxi desde El Prat al hotel, a unos 15 minutos de distancia. “Cuando estuve en Barcelona el verano pasado, tomé un montón de taxis y algunos de ellos son los típicos amarillos y negros y la otra mitad son autos normales sin identificación”, afirma en su publicación.

Sin embargo, en ninguna de estas ocasiones tuvo problemas, pero en su última visita ha vivido una mala experiencia con un vehículo sin distintivos que se ha hecho viral. En el relato critica la mala señalización del aeropuerto español: “Cuando aterrizas en la terminal internacional de Barcelona, no hay ningún letrero o algo, sólo imágenes, lo que es muy confuso. […] Donde crees que estarán los taxis, está el acceso al metro o al bus”. Continúa narrando que como en el aeropuerto de Madrid hay un nivel inferior, ella decidió dirigirse en el de Barcelona a una escalera mecánica en la que encontró un grupo de hombres preguntando a la gente si necesitaban un taxi. “Uno de ellos hablaba inglés perfecto y yo dije que sí, porque necesitaba un taxi”. Revela que se dirigió a una fila de coches sin identificación pero que “parecían legítimos”.

Alega que el resto de personas a su alrededor subía a esos mismos coches, por lo que hizo lo mismo. Sus sospechas se despertaron cuando el hombre joven que le había invitado a subir se sentó junto al conductor, un señor de 65 años. Relata que, una vez ella estaba dentro del coche, el conductor bloqueó las puertas haciéndole “imposible desbloquearlo” y arrancó. Dice que toda la situación le aterró “¿Por qué son necesarios dos hombres para llevar a una persona en el taxi?

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Explica que ambos hablaban entre ellos y que no prestaban atención a la dirección que les estaba facilitando, la de su hotel cerca de Las Ramblas. Preocupada por ello, activó la aplicación Google Maps y detectó que “iban en la dirección contraria al hotel”. Afirma que se asustó porque su móvil ni siquiera tenía disponibles todas las funciones, por lo que podía escribir pero no llamar. En ese momento de pánico asegura que decidió hablar en español a los hombres, ya que hasta ese momento sólo había interactuado en inglés.

Afirma que ambos “saltaron de sus asientos” porque sabía hablar español “Ellos se estaban preguntando cuánto había entendido de su conversación”. Ella, fingiendo como si lo hubiese entendido todo, les explicó que había estudiado en Barcelona y que conocía a muchos españoles y el idioma. Añadió que un amigo le estaba esperando en 10 minutos.

Sostiene que en ese momento el hombre joven le dijo que era muy guapa y comenzó a preguntarle su edad o si tenía novio. “Para mi estaba muy claro que estos hombres podrían estar intentando raptarme para, presumiblemente, el tráfico sexual, ya que Barcelona es una de las capitales del tráfico sexual en Europa”, argumenta Bailer. Así que decidió levantar su voz e insistir en que sus amigos la estaban esperando y que sabían exactamente dónde estaba. Ante esto, relata que los hombres parecían frustrados y que se miraron una a otro diciendo “necesitamos cambiar los planes”. En ese momento estaban a menos de una milla (1,6 km) de su hotel. Finalmente el conductor le gritó que saliese del coche y ella no dudó en coger sus bolsas y salir. Explica que no le pidieron dinero por la carrera ni nada parecido.

Añade que comparte esta historia porque cree que es algo que “podría pasarle a cualquiera” e insiste en que hay que estar muy atento cuando se viaja.

Reacciones

La mayoría de reacciones de los usuarios son de horror y espanto. Muchos de ellos recomiendan a amigos y conocidos tener cuidado en sus próximos viajes.

Otros se muestran reacios a creer la historia de Bailer,  como Xavi Popotter, que argumenta que en el Aeropuerto de Barcelona “no hay escaleras que bajan donde te puedan esperar ofreciendo un taxi, la salida tanto de t1 como de t2 están a la misma altura que la recogida de equipajes”. Este mismo usuario incide en que en la t2 el servicio de parking express hace que no sea “rentable que ningún coche espere dentro” y en la t1 hay un servicio de vigilancia que sólo da entrada a los taxis o ‘rent a car’. Asimismo, recuerda que “con la guerra taxi-Uber” hay patrullas de taxistas que controlan los transporte ilegales. Por todo ello concluye, la publicación sólo contribuye a “perjudicar el turismo de Barcelona”.

Respuestas Facebook

Si se trata de una historia cierta, preocupa el nivel de seguridad ofrecido para los millones de pasajeros que pasan por el lugar. Por el contrario, si se trata de una historia falseada o exagerada, se puede dañar la imagen de Barcelona en Estados Unidos, el tercer principal mercado emisor con 630.140 viajeros en 2016, sólo por detrás de Francia y Reino Unido.