La relación entre museos y turistas es necesaria y simbiótica, y es que las exposiciones están concebidas para ser visitadas y los destinos turísticos juegan la baza de sus atractivos culturales como para atraer a más “clientes”. El necesario equilibrio para mantener dicha relación se rompe en ocasiones debido al incivismo o la torpeza del turista que pone en peligro el patrimonio cultural e histórico y acaba con la paciencia de los conservadores.

El último choque entre turismo masivo y museística se ha producido en Italia, donde un turista ha roto una estatua con más de dos siglos de antigüedad por hacerse un selfie. El incidente tuvo lugar hace una semana en el Museo Canova, ubicado en Possagno (Italia) cuando el visitante se sentó a los pies de 'Venus Victoriosa’, una reproducción en mármol de Paulina Borghese —hermana de Napoleón Bonaparte— realizada por Antonio Canova en 1804.

Desde el museo se han mostrado indignados ante lo que consideran un acto de vandalismo y exigen responsabilidades, ya que el visitante quebrantó todas las normas de la instalación y se marchó sin siquiera notificar la situación. Los responsables del recinto creen que se trata de un turista austríaco que se marchó rápidamente pero al que han podido identificar gracias a las cámaras de seguridad. Actualmente la Policía se encuentra buscando al visitante para evitar que vuelva a su país impune.

Vittorio Sgarbi, presidente de la Fundación Antonio Canova se ha mostrado especialmente beligerante y ha pedido “claridad y rigor” a las fuerzas de la ley y al poder judicial para identificar al “vándalo inconsciente”. “La cicatriz en Canova es inaceptable”, concluyó.

Actualmente Italia está estudiando una propuesta de Ley que prevé penas de hasta ocho años de cárcel y 100.000 euros de multa a aquellos que dañen el patrimonio cultural.