La ciudad de México D.F, donde viven 21 millones de personas, está viviendo un apocalipsis geológico. Los niveles de contaminación del aire son tan altos, que el Ayuntamiento aconseja a sus ciudadanos pasar el menor tiempo posible al aire libre. Tampoco se puede beber agua del grifo y la sobreexplotación del acuífero subterráneo amenaza con secar el lago del que se saca agua para abastecer a toda la región en apenas tres décadas. Además de todo esto, la ciudad se hunde hasta medio metro al año. En 2016 se emitieron hasta 10 alertas ambientales. 

Un estudio del Instituto Mexicano para la Competencia señala que en 2015 estas malas condiciones supusieron un total de 1.800 muertes, 4.500 hospitalizaciones y 248.000 consultas médicas. Las consecuencias también son económicas. Según un estudio de la Universidad Autónoma Metropolitana, causa un descenso de productividad de unos 55 millones de euros. 

En cuanto al agua, según datos oficiales un 15% de la población (1.250.000 millones de personas) no tiene agua potable en su casa. En algunas zonas, llega solo en determinadas horas y días y en otras, tienen que abastecerse mediante camiones cisterna que llenan los tanques de las viviendas. 

El hundimiento anual de la tierra es otro tema que preocupa. El profesor Juan José Santibañez Santiago, jefe del área de estudios de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa y experto en la materia, explica que: "El hundimiento de la ciudad se debe a que debajo del lago había muchos ríos subterráneos que están todos interconectados". Debido a la sobreexplotación de los acuíferos, van bajando las corrientes subterráneas y la cavidad que queda va produciendo esos hundimientos. 

Muchas atracciones turísticas y joyas de la arquitectura están en riesgo. La catedral y la plaza del Zócalo, en el Centro Histórico, han descendido hasta 12 metros en el último siglo. También el Ángel de la Independencia, símbolo de la ciudad, se hundió tres metros durante el siglo XX por lo que se le tuvo que añadir 14 peldaños adicionales.