A pesar de que la propia política de United Airlines advierte que los niños mayores de 2 años deben disponer de sus propios billetes y ocupar su propio asiento, el pasado 29 de junio, Shirley Yamauchi tuvo que acomodar a su hijo de tan sólo 27 meses sobre su regazo y “ceder” su asiento a un pasajero que reclamaba dicha plaza, en un vuelo que iba de Houston a Boston.

Yamauchi informó del incidente a una auxiliar de vuelo, sin embargo, ésta no le dio solución alguna, excusándose en que no se podía hacer nada al respecto, ya que el avión estaba completo.  

Por si esto fuera poco, a su llegada a Boston, cuando por fin pudo contactar con atención al cliente de United, estos le explicaron que si realizaba una denuncia o demanda para el reembolso del dinero del billete, la compañía tendría que cancelar su vuelo de vuelta a Hawái.

No es el primer caso de overbooking en el que las compañías no se hacen responsables y en el que los mayores damnificados son los pasajeros, que no sólo sufren la pérdida del dinero del billete, sino incluso violencia y “maltratos” por parte de la aerolínea.