Según un estudio de la Universidad de Tampere (Finlandia) con ocho días de vacaciones tenemos suficiente para restablecer nuestros niveles de energía. Según la investigadora Jessica de Bloom “las pruebas reunidas hasta ahora indican que el efecto saludable de las vacaciones es idéntico si duran ocho días que si duran quince”. A partir del segundo día de descanso la salud mejora y el pico máximo de bienestar se alcanza al octavo. 

No todo queda ahí. Los investigadores señalan que entre optar por la inactividad y mantenernos activos la mejor opción es la segunda, sobre todo si implica contacto social y entretenimiento pasivo. También son positivos los viajes internacionales porque alimentan la creatividad. 

En cuanto a la tipología de las vacaciones, una investigación de la Universidad de Edimburgo señala que las vacacional al sol incrementan los niveles de vitamina D, que reduce la presión arterial, disminuye el riesgo de cardiopatías y aumenta las posibilidades de sobrevivir a un cáncer. Las orientadas a las actividades en la montaña reducen el estrés, la hostilidad y la depresión, al mismo tiempo que mejora la salud mental. 

Incluso el bajón postvacacional tiene su parte positiva. La nostalgia atribuida a recuerdos positivos activa circuitos neuronales en la corteza y el núcleo estriado del cerebro que coinciden con las que se activan con las recompensas económicas, según determina un estudio de la universidad estadounidense de Rutgers.