Diversos episodios han tensado sobremanera las relaciones bilaterales entre Turquía y Alemania. El último de ellos ha tenido lugar hace unos días cuando el ayuntamiento de la ciudad alemana de Gaggenau prohibió la reunión organizada por la Unión de Demócratas Europeos Turcos (UETD). Un hecho que, como contrapartida, ha conllevado una amenaza de bomba a dicho consistorio.

A pesar de que finalmente todo ha quedado en un susto, ya que el aviso de bomba era falso, los hechos parecen indicar que se trataba de una venganza de las autoridades del estado turco contra el ayuntamiento de la ciudad, puesto que en dicho acto se iba a apoyar la reforma constitucional impulsada por el actual presidente del gobierno Recep Tayyip Erdogan.

A este conato hay que sumar las diversas declaraciones que se han vertido desde partidos políticos alemanes que atacan duramente las últimas medidas del gobierno otomano. Este es el caso de Katja Kipping, líder del partido alemán Die Linke (La Izquierda) que esta misma semana llamó a los alemanes a boicotear el turismo turco. Ahora se le suma Cem Özdemir, diputado de origen turco que lidera a los Verdes alemanes, que ha bautizado a Erdogan como "sultán del Bósforo".

El último episodio de esta escalada de enfrentamientos entre germanos y otomanos tuvo lugar ayer tras la reunión en Berlín entre los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países, Signar Gabriel y Mevlüt Çavusoglu. "Está claro que quien quiera hablar aquí (Alemania), siempre se encontrará con un país que defiende la libertad de opinión, pero hay que atenerse a las reglas del juego, al principio del derecho y al de la decencia, también en campaña electoral", afirmó Gabriel desde la sede del ministerio, añadiendo que la cancelación de actos electorales a lo largo del país se ha debido a problemas de seguridad. Por su parte, Çavusoglu ha interpretado estos hechos como un pulso político desde el país teutón y ha aseverado que "nosotros sólo nos arrodillamos ante dios".

En el plano turístico, las relaciones entre las dos naciones tienen un largo recorrido. Y es que además de la tradicional inmigración turca que siempre ha llegado a las fronteras del país germano, se une que Turquía busca reavivar y reconquistar su turismo, que viene principalmente de países como Alemania. Está por ver si la inestabilidad política del país y las tensiones con sus principales socios europeos evitan o no su repunte económico.