De vuelta de la World Travel Market, como en cada feria, la pregunta del millón: ¿merece la pena participar en las ferias? 

Es una de las cuestiones que siempre nos planteamos durante la feria con alguna persona de nuestro entorno.

El coste es alto. Los vuelos, los hoteles, los gastos, las invitaciones. Un stand, o una simple mesa, supone un desembolso elevado.


Ademas, ir a la feria es parte del estatus, ser o no ser, ir o no ir. He oído durante esta feria que una sola empresa tenía más de cien habitaciones reservadas en un hotel. ¡Más de cien! Ocho reuniones al día, durante cuatro días, son mas de tres mil reuniones con clientes o proveedores. ¿Será verdad? ¿Lo controlarán?


El tiempo. También hay que tenerlo en cuenta. Un día para ir, otro para volver y tres de media en la feria. Total 5 días. Y si son cien personas ¿quinientos días de trabajo? ¿Merece la pena?


Luego está el problema con las citas. Algunos no aparecen, otros llegan tarde, cuando estamos en otra reunión. Ocasión perdida, tiempo malgastado.


Pero hemos conseguido reunirnos con ocho clientes o potenciales clientes, o con siete, o incluso con seis cada día. Clientes de diferentes mercados o proveedores de diferentes destinos. ¿Cuánto nos hubiera costado hacerlo visitando a cada uno en su oficina? ¿Cuántos billetes de avión, cuántas habitaciones de hotel y cuántos días de viaje? Ese es el ejercicio que tenemos que hacer a la vuelta para evaluar la utilidad de la asistencia.


Además, nos han presentado a alguien que no teníamos previsto conocer y hemos saludado a varios colegas, a los que no veíamos hace tiempo ni volveremos a ver pronto, con los que hemos compartido alguna información más o menos útil.


Sí, merece la pena. Se trata de organizarlo con tiempo, vuelos y hoteles mas económicos. De inscribir al equipo estrictamente necesario. De enfocar el espacio como un mero lugar de trabajo, de reunión. Puede que sea necesario el avituallamiento, hemos de ser considerados con nuestros invitados, pero sobran los jamones y las barras de bar.

Y, sobre todo, se trata de organizar bien la agenda. Solicitar las citas con tiempo suficiente, tener el carnet de baile completo; manejar bien los tiempos, ni muy juntos ni muy espaciados; dejar las invitaciones para la cena, no se puede cortar el ritmo con una comida fuera; centrarse en los que están lejos, es absurdo citarse con alguien que vive en tu misma zona; y tener bien preparados los datos y los objetivos de la reunión.


Así, sí. No se puede ir a la feria con las manos en los bolsillos a ver a quién nos encontramos. Como todo, hay que trabajárselo.