Pensar en una estancia perfecta en un hotel nos lleva a evocar diseños de habitación perfeccionistas, spas de lujo, servicios de alta calidad o, para los menos exigentes, una buena noche de sueño. Pero no todas las personas tienen la misma idea de una noche lo que se dice "agradable" en este tipo de establecimientos.

Lo macabro o sobrenatural ejerce una gran atracción sobre un nicho concreto de público que busca los lugares con mayor carga de misterio para pasar sus vacaciones y en este aspecto los hoteles siempre han tenido una especial influencia. Desde que Stephen King concibió entre las paredes del Hotel Jerome de Colorado (EE.UU.) la habitación 407 del Hotel Stanley de "El Resplandor" y, sobre todo, tras la irrupción de Internet las leyendas urbanas sobre hoteles se han multiplicado.

Ya es célebre entre todos los aficionados al baloncesto la historia del Skirvin, en Oklahoma (Estados Unidos), y del fantasma de una mujer que deambula por el hotel con su hijo. "Effie", como le conocen, ha causado pavor entre deportistas de élite de la NBA (liga estadounidense de baloncesto) que suelen hospedarse en él cuando tienen que enfrentarse al equipo local: los Oklahoma City Thunder. Al parecer la leyenda relata que el viudo señor Skirvin tuvo una relación con una de las sirvientas del hotel y al tener un hijo les encerró en una de las habitaciones. Ella perdió la razón y falleció al saltar por la ventana con su bebé, desde entonces, la mala fama persigue a este edificio.

Recientemente, jugadores como Kyrie Irving (base de los Cleveland Cavaliers) aseguró que él y todos sus compañeros habían pasado una mala noche por culpa de "ese extraño hotel". Pero la leyenda negra del establecimiento viene de lejos, en 2010 varios deportistas de los New York Knicks declararon al New York Daily News que pasaron una noche terrorífica. "Hay algo que pasa ahí. Dicen que pasó en la décima planta y yo era el único que estaba en esa planta. Por eso me pasé toda la noche en la habitación de Nate Robinson. Aquí hay fantasmas", relató Eddy Curry. Su compañero Jared Jeffries coincidía: "Este sitio esté embrujado. Da miedo".  

Sin duda, aparecer en la mayoría de diarios deportivos de prestigio supuso un gran impulso a la publicidad del establecimiento, sin embargo, cabe preguntarse a qué precio.

España también cuenta con sus propios hoteles con historia negra. Es el caso del Hotel Corona de Aragón renombrado como Meliá Zaragoza. A él y a su habitación 510 se le han dedicado tanto libros como programas de televisión. Su leyenda urbana comenzó cuando el 12 de julio de 1979, 76 personas fallecieron fruto de un incendio en el edificio. Son tantas las historias difundidas sobre calor abrasador, llamadas extrañas o luces que se encienden y apagan solas que el hotel mantiene cerrada esta habitación.

El caso contrario lo encontramos en el Hotel McKittrick de Nueva York, un establecimiento creado exclusivamente para atraer a un público ávido de historias macabras. Su impulsor, Felix Barrett, creó un espacio en el que los asistentes presencian representaciones teatrales relacionadas con temáticas oscuras. Las estancias hacen las veces de escenarios tan diversos como tienda de taxonomía, hospital, botica o tienda de caramelos, entre otros.

La idea principal es justamente la contraria a la de sus homólogos, impedir el sueño de los visitantes. Por el momento, se ha convertido en un éxito entre las celebrities, la crítica artística y los neoyorkinos que siguen visitándolo desde 2015.

Vistos ambos extremos de la balanza resulta obligatorio preguntar si, en una época en la que las críticas de los usuarios en portales como TripAdvisor o comunidades de viajeros tienen más peso que nunca en el proceso de reserva, sería una estrategia de marketing inteligente promocionarse a través de este tipo de sucesos. "Se aplica la máxima que hablen de mí aunque sea mal".