La situación geopolítica de la mayoría de países del Mediterráneo ha sido inestable durante los últimos años. La constante amenaza terrorista e incluso los intentos de golpe de estado han bloqueado el crecimiento turístico para la mayoría de los países de la región, sin embargo, Marruecos está intentando posicionarse como un destino fuerte.

El objetivo de Mohamed VI es convertir el país en referente para los turistas de los 57 países miembros de Organización para la Cooperación Islámica (KAICIID) y, a su vez, atraer a nuevos visitantes europeos que han dejado de viajar a destinos como Túnez o Turquía. Y es que tras la entrada en vigor del veto a la inmigración de Donald Trump, que actualmente permanece paralizado, muchos países como Tailandia y Marruecos se han lanzado a la conquista de los turistas musulmanes, uno de los nichos de mercado que más crece.

En 2014, según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT), 108 millones de viajeros ismaelitas se desplazaron a otros países, acumulando un gasto de 133.000 millones de dólares (lo que supone el 10% del gasto del sector). Las predicciones para 2020 son aún más positivas, ya que se prevé que el gasto alcance los 184.000 millones (+38,3%), representando el 13% del gasto mundial en turismo.

Para ello, la estrategia del país norteafricano es afianzar su  poder en África, mejorar sus infraestructuras, estrechar alianzas con Oriente Próximo y mantener su posición estratégica respecto a Europa.

Referencia en África

Recientemente el país ha reforzado su influencia al reincorporarse a la Unión Africana (UA), una red económica, diplomática y religiosa compuesta por 54 países de la región. Este paso no sólo le da fuerza diplomática sino que le ofrece la oportunidad de reforzar conexiones con los miembros y atraer a nuevos visitantes. Una medida que complementa a su potencial inversor y a su control de los transportes en el continente.

De hecho, Marruecos es el máximo inversor de África Occidental y el segundo de todo el continente tras Sudáfrica. Además, también domina las rutas aéreas del África subsahariana, donde la Royal Air Maroc cuenta con 22 destinos, una cifra muy superior a los 5 de Air Algérie.

Impulso a sus infraestructuras

El dominio en el transporte aéreo es más patente en las grandes urbes, contando con aeropuertos internacionales en Casablanca, Tánger, Fez, Marrakech, Agadir, Nador y Rabat. Sin embargo, el país magrebí está reforzando sus conexiones terrestres con la construcción de una línea de alta velocidad que recorrerá su costa Atlántica desde el Estrecho de Gibraltar hasta la región turística de Agadir. Con una inversión de 1.880 millones, el primer tramo, que se construirá a partir de 2018, unirá las ciudades de Tánger y Casablanca en dos horas a partir de 2018. A largo plazo, en 2035, la ruta rápida entre Tánger, Rabat y Agadir se extenderá a Marrakech y se planea la creación de otra línea desde Rabat a Mequínez, Fez y Oujda.

No son los únicos proyectos, también planean la construcción de nuevos puertos para realzar la economía.

Alianzas con Oriente Medio

De cara a reforzar su seguridad y a mejorar la capacidad de reclamo en Oriente Próximo, está estableciendo nuevas alianzas con países con tanta influencia como Arabia Saudí.

En diciembre, el ministro de Defensa saudita, Muhammad bin Abdullah al Ayesh, viajó a Rabat, con el fin de oficializar el nuevo acuerdo de cooperación militar entre ambas naciones, que supondrá una inyección de capital de unos 20.600 millones de euros en un periodo de cuatro años con el objetivo de formar una industria propia de defensa. 

Nexo con Europa

Más allá de las consecuencias que tiene esta decisión en la industria militar, otorga a Marruecos un nuevo estatus que puede alterar la relación de amor-odio que mantiene con España.

Pese a que las relaciones bilaterales entre ambas naciones son buenas, la rivalidad existente a la hora de captar nuevas inversiones y de atraer a más turistas puede incrementarse. No obstante, ambos estados han optado por la colaboración: España sigue el ejemplo de Marruecos para posicionarse en África, mientras que se convierte en el puente de los marroquíes para negociar con la Unión Europea.

A su vez, autoridades locales norteafricanas proponen trabajos conjuntos con Canarias para promocionarse turísticamente.

Mucho trabajo de cara a la seguridad

Si bien, la estabilidad política y las alianzas son puntos clave a la hora de afianzar su imagen internacional, aún deben trabajar en su seguridad. El último gran quebradero de cabeza para un sector que genera el 6,5% del PIB del país son los diferentes asaltos violentos contra turistas que se están produciendo en el último año.

Además, desde julio de 2014, las autoridades de Rabat consideran que la nación es objeto de una amenaza terrorista seria, aunque desde la muerte de 17 personas en la explosión del Café Argana de Marrakech en abril de 2011, no se ha producido ningún atentado. 

No obstante, la imagen internacional del destino es muy consistente debido a una estabilidad política y unas relaciones sólidas con los países que le rodean. Marruecos no sólo se está convirtiendo en una alternativa para los viajeros europeos que han abandonado Túnez o Egipto, sino que se ha propuesto seducir a uno de los turistas más codiciados: los procedentes de Oriente Medio, uno de los mercados emisores que más gasto genera y más crece. Todos las regiones turísticas de esta parte del planeta deben afilar las uñas, porque llega un nuevo competidor con muy buenos argumentos.