El Departamento de Estado de Estados Unidos anunció hace unos días que considera que Egipto es un país seguro para visitar, declaraciones que constribuyeron a una mejora en la imagen exterior del país como destino turístico. Sin embargo, Reino Unido opina muy diferente al respecto.

De hecho, ha sido durante la celebración de la Overseas Conference de la Asociación de Agencias de Viajes Independientes de Reino Unido (AITO) en Jordania, donde Edward Oakden, embajador británico en el país, aseguró que los procedimientos de seguridad actuales en el aeropuerto egipcio de Sharm el-Seij son "simplemente inadecuados". Además, sostiene que la prohibición de vuelos a la región debe permanecer vigente pese a las quejas tanto del gobierno egipcio como de organizaciones y compañías de viajes como la propia AITO, TUI, Monarch o Saga Holidays.

El representante británico se mostró totalmente tajante asegurando que "en el caso de Egipto, no se retirará la prohibición hasta que no se cuente con toda la información". Y señaló que todos los datos que poseen actualmente apoyan su postura actual.

 

 

A su vez, Oakden reseñó que toda la región de Oriente Medio se tiene que enfrentar a "desafíos obvios que deben ser rápidamente resueltos". 

Por otra parte, aseveró que pese al impacto que tienen las posturas de las embajadas en la configuración de los flujos turísticos, no es labor de las mismas "promocionar un país", sino "dar los mejores consejos posibles".

Dos opiniones opuestas sobre un destino en crisis que dejan al turista sin una referencia objetiva en la que apoyarse. Lo cierto es que Egipto lucha por reactivar el turismo y este tipo de acciones por parte de grandes potencias mundiales solo contribuyen a generar desconfianza entre los posibles visitantes de un país que un día estuvo en la cima del turismo mundial.